Frutas de invierno
Gripes, resfriados, dolores de cabeza, decaimiento físico y psíquico.Muchos problemas de salud que se presentan en invierno, pueden prevenirse y aliviarse si se incluyen determinadas frutas en los menús diarios. Algunas, como los cítricos, ejercen un importante papel sobre el sistema inmunológico. Otras frutas de temporada, como la pera y la granada, aportan nutrientes indispensables para afrontar el frío y preparar el organismo para la primavera.
Cualquier versión es válida para disfrutar de los beneficios de la fruta: como postre o tentempié, entera o en zumo, en macedonia o formando parte de otros platos.
Los cítricos son el grupo de frutas especialmente recomendado cuando la temperatura baja. Entre sus muchas propiedades destaca la de reforzar el sistema inmunológico y, por tanto, las defensas del organismo frente a las infecciones. La razón de esta defensa se encuentra en su componente principal, la vitamina C, que mantiene la superficie de los glóbulos blancos (corazas del cuerpo frente a virus y bacterias) en un estado de oxidación bajo, garantizando así un ataque rápido contra cualquier microorganismo invasor. Numerosas investigaciones han demostrado la estrecha relación entre el consumo habitual de cítricos y el menor riesgo de desarrollar patologías como el cáncer, dolencias coronarias y enfermedades del aparato respiratorio. Las principales “virtudes” en invierno de los cítricos más habituales son:
NARANJA: Su alto contenido en vitamina C (50 mg. por cada 100 gr.) hace que sea la mejor aliada frente a gripes, catarros y anginas. Es rica en vitamina A y vitaminas del grupo B. Asimismo, es diurética y aporta efectos tonificantes. Para saber si está madura, más que mirar el color, hay que comprobar que sea grande y que no muestre señales de golpes o presiones. Se conserva una semana a temperatura ambiente y más tiempo en el frigorífico.
LIMÓN: Es rico en ácido fórmico, un poderoso conservante que lo convierte en un estupendo antiséptico para la cicatrización de heridas y el tratamiento de inflamaciones venosas como las várices. Aporta 50 mg. de vitamina C por cada 100 gr. y vitaminas A, B y P. Puede estar almacenada aproximadamente 2 semanas, siempre que se haga en lugar fresco y seco.
MANDARINA: Su contenido en agua es mayor que el de otros cítricos. Es rico en bromo, un nutriente que favorece el sueño; ácido fólico (fundamental en el embarazo); potasio y vitamina C. Con 100 gr. tomamos unos 35 mg. de vitamina C. Es mejor comprarla a granel, eligiendo una a una, que en redecillas. La corteza debe ser tersa y no presentar daños ni zonas blandas. En el frigorífico se conserva durante una o dos semanas.
KIWI: Ostenta el título de “rey de los cítricos” porque es el que más vitamina C aporta; una sola pieza cubre las necesidades diarias de un adulto, en torno a los 100mg. Además de su acción frente a las infecciones, acelera el metabolismo y propicia la capacidad de concentración. Es rico en magnesio, diurético y algo laxante. Está maduro cuando la piel cede a la presión de los dedos. Si lo está, se conserva una semana en el frigorífico.
POMELO: De reconocido poder diurético, depurativo y laxante (especialmente si se consume en ayunas), es bajo en calorías y rico en vitaminas A, B y C (40 mg.por cada 100gr.) y en ácido fólico. Debido a su piel acolchada, posee una protección óptima que le impide secarse. Lo mejor es consumirlo como mucho dos semanas después de comprarlo.
LIMA: Se cosecha durante todo el año en muchos países tropicales, de forma que se puede consumir todo el año. Además de vitamina C (34 mg. por cada 100 gr.), contiene mucho calcio, potasio y ácido fólico. Su zumo sirve para combatir la tos y los dolores de estómago. Como es muy delicada, conviene manipularla con cuidado, ya que se arruga rápidamente. Lo mejor es almacenarla en un lugar fresco y oscuro.
LA PERA: Esta fruta se puede disfrutar en distintas variedades durante todo el año (como las peras de agua estivales). Apenas contiene ácidos; por ello y por su elevado aporte de azúcares naturales es excelente para las personas con problemas estomacales. Como es rica en hierro, refuerza las defensas del organismo y previene la anemia. Tiene efectos diuréticos y su contenido en fósforo refuerza el sistema nervioso. A la hora de comprarla, fíjate en que tenga una piel lisa, fuerte, sin manchas y que no sea demasiado dura. Cuando está muy madura presenta zonas blandas alrededor del pedúnculo y debe consumirse lo antes posible. Hay que almacenarla individualmente y no junto a otros alimentos que desprendan un olor intenso porque pierde su aroma.
LA GRANADA: Aunque es una fruta otoñal e invernal, actualmente está presente en el mercado casi todo el año. Es muy rica en potasio, vitamina C, niacina, vitamina B12 y fósforo. Su zumo posee efectos antipiréticos (hace que disminuya la fiebre) y es excelente contra la tos, además se obtiene fácilmente con un exprimidor eléctrico. La fruta entera se conserva hasta tres semanas en la nevera. Está madura si su piel es de color rojo uniforme, con tintes castaños y completamente lisa.
Hasta hace unos años, sólo se les encontraba en ciertas épocas, pero hoy en día se pueden encontrar siempre. A pesar de que alguna variedad no es muy económica, son una excelente inversión por su alto contenido en antioxidantes, las sustancias aliadas del sistema inmunológico. Aportan cantidades importantes de vitaminas, sales minerales, flavonoides y carotenoides y fibra, mayoritariamente soluble (pectina y mucílagos). Estas son las más arraigadas en nuestros menús:
PIÑA: Es la estrella de las frutas transoceánicas y una de las que más beneficios terapéuticos aporta. Contiene un amplio abanico de vitaminas, minerales y bromelaína, una enzima que reduce la presión sanguínea y contribuye a la destrucción de los sedimentos depositados en las paredes de los vasos sanguíneos; además, a esta sustancia se le han atribuido propiedades “devoragrasas”, ya que facilita la absorción de estos nutrientes. El zumo de piña fresca reduce la fiebre y facilita la expulsión de líquidos. Debe adquirirse y consumirse bien madura, porque es cuando se desarrolla todo su dulzor y su aroma. Una vez madura, sólo se conserva cuatro o cinco días.
MANGO: Su carne fresca, jugosa, amarillenta y dulce hace que sea una de las frutas tropicales preferidas. Además de sabor y buena presencia, posee un importante valor medicinal debido a su contenido en vitaminas A (protege las mucosas y estimula el metabolismo), B (aliada del sistema nerviosos), C (reforzadora del sistema inmune) y E (enemiga de los efectos del envejecimiento). También es rico en potasio, por lo que tiene un importante efecto diurético y algo laxante. Si está maduro cede ligeramente a una suave presión de los dedos y si tiene manchas oscuras es que lo está excesivamente. Si está maduro se conserva pocas horas en la nevera, y que no soporta las temperaturas frías.
CHIRIMOYA: Es una buena fuente de vitamina C, hierro, fósforo y potasio. Como una cuarta parte son hidratos de carbono, es muy nutritiva. Lo más común es comerla cruda, abriéndola con un cuchillo, separando la carne de la piel con una cuchara y eliminando las numerosas semillas mientras se toma. Está madura en cuanto la piel cede a la mínima presión de los dedos y aparecen manchas negras.
CAQUI: El betacaroteno y el potasio son sus principales componentes. También es rico en vitamina C y se le atribuyen propiedades laxantes. Debe consumirse en su punto óptimo de maduración para que no se pierda su dulzor característico y resulte amargo. Se mantienen en la nevera unos pocos días.
MARACUYÁ: Es la más conocida de las frutas de la pasión. Es muy rico en vitamina C, niacina, vitamina A, potasio, hierro y magnesio. Su zumo posee efectos tranquilizantes y actúa como un suave somnífero. Al contrario que otros frutos, sólo debe comprarse cuando la piel deja de ser completamente lisa, ya que esto es síntoma de que aún no está maduro.
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Categoría: Nutrición y Dietética.
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