Fractura abierta


Se considera que una fractura es abierta cuando el foco de fractura comunica con el exterior a través de una herida. La tibia es la localización más frecuente de fractura abierta. Estas fracturas se clasifican, siguiendo a Gustilo y Anderson, de la siguiente forma:

Problemas frecuentes

En las fracturas abiertas existen dos problemas: 1) el foco de fractura está contaminado y 2) se ha perdido parte de la cubierta muscular y perióstica en el foco, lo cual reduce tanto la capacidad de defensa frente a la infección como el potencial de consolidación. Por ello, las principales complicaciones que pueden presentar estas fracturas son la infección y las alteraciones del proceso de consolidación.

Cuando mayor sea el grado, mayores posibilidades existen de que se presenten estas dos complicaciones. Las fracturas abiertas grado I se tratan en muchas ocasiones como si fueran cerradas con la única precaución de no cerrar la herida y vigilar la evolución del paciente.

Fractura abierta Traumatología

Las fracturas abiertas constituyen una urgencia. Los objetivos de su tratamiento son, en primer lugar, conseguir la curación de las partes blandas en ausencia de infección, y en segundo lugar, que la fractura consolide en un periodo de tiempo aceptable. Inicialmente su tratamiento consiste en realizar un desbridamiento quirúrgico de todo el tejido necrótico, administrar antibióticos por vía intravenosa (generalmente una cefalosporina de primera generación y un aminoglucósido, añadiendo penicilina si existe contaminación con tierra), realizar una adecuada profilaxis antitetánica y estabilizar rígidamente la fractura. Esto último se puede conseguir con un fijador externo o, en determinadas localizaciones (fémur, algunas fracturas de tibia), enclavado intramedular; la osteosíntesis con placa y tornillos casi siempre está contraindicada .

Si, curadas las partes blandas, la fractura no consolida, puede ser necesario aportar injerto óseo y modificar el dispositivo de estabilización ósea. Las fracturas abiertas grado IIIC tienen una lesión arterial que requiere reparación, con independencia del grado de lesión de los tejidos blandos.

Determinadas fracturas abiertas (con elevada contaminación y lesión vasculonerviosa asociada no reconstruible) son subsidiarias de amputación precoz. La decisión de amputar o no una extremidad catastrófica es una de las más difíciles de tomar, y de hecho se han desarrollado escalas de valoración (como la escala MESS) para optar o no por la amputación en función de la puntuación obtenida al aplicar dichas escalas.

En general, se opta por la preservación del miembro catastrófico en pacientes jóvenes, en la extremidad superior y en situaciones en las que el paciente está hemodinámicamente estable. En pacientes de edad más avanzada, que se presentan con hipotensión importante, con lesiones de extremidad inferior y un tiempo de evolución largo (mayor de 6 ó 12 horas desde el traumatismo), existe mayor tendencia a optar por la amputación.

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Categoría: Traumatología.




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