INTOXICACIONES Y SU TRATAMIENTO


Se calcula que en Estados Unidos las exposiciones a tóxicos provocan anualmente cinco millones de solicitudes de atención o tratamiento médico. Los intentos de suicidio son los responsables de las intoxicaciones más graves o mortales. Alrededor de un 5 % de los ingresos en UCI y hasta un 30 % de los ingresos psiquiátricos son víctimas de intoxicaciones. Debe tenerse en cuenta este diagnóstico en todo paciente comatoso con convulsiones o con insuficiencia renal, hepática o medular agudas.

DIAGNÓSTICO

Por lo general es posible llegar al diagnóstico correcto mediante la historia, la exploración física y los datos de laboratorio (tabla 281). Los signos vitales y la valoración cardiopulmonar y neurológica constituyen el objetivo inicial de la exploración a fin de determinar la necesidad de un tratamiento de sostén inmediato. Se recurrirá a todas las fuentes disponibles para determinar la naturaleza exacta de la ingestión o de la exposición. Para identificar los ingredientes y los efectos potenciales de los tóxicos puede recurrirse a los centros nacionales de Toxicología, a los centros regionales de control de intoxicaciones o a cualquier farmacia local u hospitalaria.

TRATAMIENTO
Los objetivos del tratamiento son: mantener los signos vitales evitar una mayor absorción, favorecer la eliminación, administrar antídotos específicos y evitar nuevas exposiciones. En la tabla 282 se relacionan los fundamentos del tratamiento de las intoxicaciones. Es probable que el tratamiento deba iniciarse antes de conocer los datos rutinarios y toxicológicos. Todo paciente sintomático requiere una vía IV de grueso calibre, O2 suplementario, monitorización cardíaca y observación continua. Todo paciente con alteración del estado mental debe recibir 100 mg de tiamina (IM o IV), 1 ampolla de dextrosa al 50 % en solución acuosa y 4 mg de naloxona junto con los antídotos específicos indicados. Se intubará a todo paciente inconsciente o en el que existan dudas acerca de la integridad de su vía aérea. Puede administrarse carbón activado PO a través de una sonda orogástrica o nasogástrica de grueso calibre. El lavado gástrico debe realizarse con una sonda orogástrica. La ubicación posterior desde el departamento de urgencias depende de la gravedad de la intoxicación. Los suicidas requieren observación constante por parte de personal cualificado.

CUIDADOS DE SOSTÉN.
La protección de la vía aérea es obligatoria. El reflejo nauseoso no constituye por sí solo un indicador fiable de la necesidad de intubación. La necesidad de O2 suplementario y de soporte ventilatorio puede valorarse mediante gasometrías arteriales. El edema pulmonar inducido por fármacos suele ser secundario a la hipoxia, aunque también puede contribuir la depresión miocárdica. Para establecer la etiología puede ser necesaria la determinación de la presión en arteria pulmonar.
Los desequilibrios electrolíticos deben corregirse lo más pronto posible.
La taquicardia supraventricular (TSV) con hipertensión y excitación del SNC se debe casi siempre a estimulación simpática, anticolinérgica o alucinógena, o a abstinencia de drogas. El tratamiento está indicado si se acompaña de inestabilidad hemodinámica, dolor torácico o isquemia en el ECG. En caso de hiperactividad simpática intensa está indicado el tratamiento con bloqueantes combinados alfa y beta o con una combinación de betabloqueantes y vasodilatadores. En los casos de hiperactividad anticolinérgica, la fisostigmina es el tratamiento de elección. La TSV sin hipertensión suele responder a la administración IV de líquidos.
La taquicardia ventricular (TV) puede estar causada por estimulación simpática, desestabilización de la membrana miocárdica o trastornos metabólicos. La lidocaína y la fenitoína son por lo general, seguras. No utilizar ningún fármaco que prolongue el intervalo QT (quinidina, procainamida) en los casos de sobredosis de antidepresivos tricíclicos; puede resultar eficaz una dosis de ataque de bicarbonato sódico. En los pacientes con torsade de pointes se administrará isoproterenol y sulfato magnésico, o bien se insertará un marcapasos temporal para sobreestimulación cardíaca. Las arritmias pueden ser resistentes al tratamiento mientras no se corrijan los trastornos acidobásicos y electrolíticos subyacentes, la hipoxia y la hipotermia. Si el paciente está hemodinámicamente estable, es aceptable observarle sin intervención farmacológica.
Las convulsiones se tratan preferentemente con agonistas del ácido gamma-aminobutírico. como son las benzodiacepinas y los barbitúricos. No administrar barbitúricos hasta que el paciente esté intubado. Las convulsiones causadas por sobredosis de isoniacida pueden responder únicamente a grandes dosis de piridoxina IV. Las convulsiones por betabloqueantes o antidepresivos tricíclicos pueden requerir fenitoína y benzodiacepinas.

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Categoría: Glosario Médico.




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