La Pesadilla de los Transgénicos


Así es, una verdadera pesadilla. No tanto por mí ni por quienes leen estas palabras, sino por los miles de campesinos chilenos a quienes afectará el uso creciente de herbicidas y plaguicidas que conllevan los cultivos transgénicos; muchos de ellos niños y mujeres en edad fértil que sufrirán serios problemas de salud, incluso la propia muerte, como ya ha ocurrido en forma recurrente en países en vías de desarrollo económico con este tipo de cultivos.
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Una pesadilla no tanto por mí, ni por usted, pues nuestra fuente de trabajo no se verá afectada, sino por los miles de campesinos y sus familias que perderán sus propias fuentes de trabajo, pues los cultivos transgénicos necesitan muy poca mano de obra y ellos, arrinconados por la cesantía y los venenos químicos hasta la misma puerta de su casa, abandonarán los campos para migrar a situaciones de pobreza y miseria en las ciudades.
Una pesadilla para quienes desean cultivar y alimentarse de alimentos sanos, con todos sus nutrientes, para ellos y sus familias. Los cultivos transgénicos ya han contaminado varios predios en la zona central de Chile. Al uso de sustancias químicas tóxicas en forma indiscriminada en el campo chileno, se le sumará la alteración genética de los cultivos mediante ingeniería genética, cuyo resultado para la salud, en el mejor y más optimista de los escenarios, es incierto. En realidad, los pocos estudios independientes al respecto son lapidarios: si puede, no consuma alimentos transgénicos, pues son dañinos para la salud.
Nadie está en contra de la ingeniería genética. Es una técnica como cualquier otra y, usada apropiadamente, puede ser muy útil. El problema es la ciencia a medias, la ambición comercial desmedida, el silencio negligente o cómplice de los entes reguladores y el desprecio absoluto por parte de las empresas que los producen, por la salud y vida de quienes van a consumir estos productos.
No se trata de fanatismo, ignorancia  ni ecologismo extremo, como pretenden hacernos creer quienes están interesados en expandir y liberar los cultivos transgénicos en Chile, sino de colocar las cosas en su justa proporción. Y los transgénicos son una desproporción desmedida en contra de la salud de la población, la biodiversidad y la soberanía alimentaria a favor de intereses comerciales de unos pocos.
Quien más se opone a los cultivos transgénicos en Chile -María Isabel Manzur- es bióloga, PhD, el grado más alto que se puede lograr en ciencia; yo mismo soy biólogo, y les puedo asegurar que el asunto de los transgénicos no tiene nada que ver con la ciencia, sino con intereses comerciales a cualquier costo.
En países como Inglaterra, no hay cultivos ni productos transgénicos. Organizaciones de la  sociedad civil y algunos medios independientes -incluso el príncipe Carlos- alertaron e informaron oportunamente de los riesgos que implican. En Chile, desde hace 10 años se hacen cultivos transgénicos amparados por el Estado y cuya ubicación, además, es secreta. No hay información ni reportajes independientes en la prensa, y la sociedad civil es prácticamente inexistente.
Parece una pesadilla, pero es real. Nos encontramos completamente indefensos frente a la invasión de productos transgénicos, ni siquiera tenemos la libertad de elegir no comprarlos; están todos mezclados en el supermercado y hay que hacer un verdadero trabajo de investigación para evitarlos. El mundo al revés y, una vez más, a costa de todos nosotros.

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Categoría: Nutrición y Dietética.




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