ABUSO DE NARCÓTICOS
La adición a opiáceos origina graves problemas sociales y médicos. Se pueden identificar tres grupos de adictos: (1) pacientes con síndromes de dolor crónico; (2) personal médico con fácil acceso a los narcóticos, y (3) adictos callejeros.
ADICCIÓN Y SÍNDROME DE ABSTINENCIA A OPIÁCEOS
La tolerancia a opiáceos, la dependencia y los síntomas de abstinencia se consideran fenómenos relacionados con mecanismos subyacentes comunes. Inicialmente el consumidor se siente atraído por los efectos euforizantes, ansiolíticos o analgésicos. En el desarrollo de la drogodependencia influyen una historia familiar de abuso de sustancias así como diversos factores psicológicos. A medida que disminuyen en sangre los niveles de opiáceos, comienzan los síntomas de abstinencia agudos. Incluyen diarrea, tos, lagrimeo, rinorrea, sudoración, fasciculaciones, piloerección, fiebre, taquipnea, hipertensión, dolores somáticos difusos, insomnio y bostezos. El alivio de estos molestos síntomas por medio del consumo de drogas refuerza el consumo de éstas. Eventualmente se establece la adicción, y todos los esfuerzos de la persona se concentran en una conducta de búsqueda de la droga.
TRATAMIENTO DEL SÍNDROME DE ABSTINENCIA.
Cualquier paciente que se presenta con manifestaciones de abuso de tóxicos debe ser examinado y se deben excluir complicaciones con riesgo vital. Un tratamiento efectivo de la abstinencia requiere el ingreso en un hospital o en un centro de deshabituación, para la administración de opiáceos que se irán reduciendo paulatinamente en 5-10 días. Lo más adecuado es utilizar metadona oral: 1 mg de metadona equivale a 3 mg de morfina, 1 mg de heroína a 20 mg de meperidina. La mayor parte de los pacientes reciben 10 a 25 mg de metadona dos veces al día dándose dosis mayores si aparecen síntomas de abstinencia. La clonidina es eficaz en la disminución de la hiperactividad del SN simpático. Los síndromes de abstinencia de recién nacidos de drogadictas de la calle son mortales en un 3-30 %.
EFECTOS EN EL ORGANISMO.
Los efectos de los opiáceos en el SNC pueden producir sedación, euforia, disminución de la percepción del dolor, depresión respiratoria y vómitos. Las sustancias que adulteran las drogas que se venden en la calle (quinina, fenacetina, estricnina, antipirina, cafeína, leche en polvo) pueden contribuir a aumentar el daño neurológico, pudiendo causar neuropatía periférica, ambliopía y mielopatía. El uso de jeringas compartidas es una causa importante de absceso cerebral, además de endocarditis aguda, hepatitis B SIDA, artritis séptica, e infecciones de partes blandas. Al menos el 25 % de los toxicómanos mueren a los 10-12 años de consumo activo.
TRATAMIENTO.
Sobredosis.
Las sobredosis, por intento de suicidio o accidentales por un cálculo equivocado de la potencia, son a menudo letales. El síndrome tóxico se inicia inmediatamente tras la administración IV y con un retraso variable tras la ingestión oral. Los síntomas incluyen miosis, respiración superficial, bradicardia, hipotermia, estupor y coma; menos frecuentemente, edema pulmonar. El tratamiento requiere soporte cardiorrespiratorio y administración del antagonista opiáceo naloxona (0.4 mg IV repetidos a los 3 minutos si no hay respuesta o ésta es parcial). Debido a que los efectos de la naloxona duran sólo 23 horas, en relación a la larga duración de la heroína (hasta 24 horas) o la metadona (hasta 72 horas), es importante mantener en observación a estos pacientes y vigilar la aparición de nuevos síntomas de toxicidad.
Pacientes con dolor crónico.
Los médicos deben tener cuidado de no provocar una adicción a narcóticos en pacientes con dolor crónico. Si se establece la dependencia física, los síntomas de la abstinencia van a agudizar el dolor y van a complicar un problema ya de por sí complejo. Los fármacos se deberían utilizar para disminuir el nivel de dolor pero no para abolirlo. Convendría usar los fármacos de menor potencia capaces de aliviar el dolor, y por vía oral. El programa de tratamiento del paciente debe incluir otras medidas no farmacológicas para controlar el dolor.
Personal médico.
Se aconseja que los médicos no prescriban nunca opiáceos para ellos mismos o para miembros de su familia. Las organizaciones médicas han de identificar y rehabilitar a los médicos adictos antes de que los problemas conduzcan a su inhabilitación profesional.
El drogadicto de la calle.
La identificación de cualquier drogadicto crónico es posible a través de análisis de sangre y orina o por medio de la prueba de provocación con el antagonista (0.4 mg de naloxona en inyección IV lenta a lo largo de 5 minutos, tras la cual se observa al paciente durante 1 ó 2 horas con el fin de detectar síntomas de abstinencia). Cualquier planteamiento realista de rehabilitación requiere que el paciente esté motivado para intentar un cambio a largo plazo a una forma de vida libre de droga. A menudo son de utilidad los programas especiales de orientación profesional, educativos o llevados por exadictos. El uso crónico de antagonistas de opiáceos (naltrexona, 50-100 mg/día) bloquea la respuesta al efecto placentero de dosis moderadas de narcóticos, y es frecuentemente útil. Los adictos que han fracasado en los programas libres de drogas y que aún desean mejorar su funcionamiento social, familiar, etc., pueden beneficiarse con un tratamiento crónico con metadona. Una dosis relativamente baja (30-40 mg/día) puede controlar los síntomas de abstinencia y ayudar a extinguir la conducta de búsqueda de droga. La droga ha de administrarse por vía oral en un centro específico para dichos programas de tratamiento.
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Categoría: Glosario Médico.
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