Bacteriemia y sepsis
DEFINICIONES.
Bacteriemia. Presencia de bacterias viables en sangre.
Síndrome de respuesta inflamatoria sistémica (SRIS). Respuesta inflamatoria desencadenada por una gran variedad de enfermedades. Se caracteriza por la presencia de dos o más de los siguientes datos: Tª >38ºC o <36ºC; frecuencia cardíaca (FC) >90 latidos/minuto; frecuencia respiratoria (FR) >24 respiraciones/minuto; leucocitos > 12.000 ó <4.000/ml o más del 10% de formas inmaduras.
Sepsis. SRIS desencadenado por una infección bacteriana. Sepsis grave. Sepsis con disfunción de algún órgano, hipotensión o hipoperfusión
Shock séptico. Sepsis grave en la que, a pesar de un correcto aporte de fluidos, persiste la hipotensión y la hipoperfusión periférica, requiriendo tratamiento con inotrópicos y/o vasopresores, además existe disfunción multiorgánica.
Shock tóxico. Así llamado porque no suele haber bacteriemia, sino efecto de una toxina. El prototipo es el “shock tóxico estafilocócico” mediado por la toxina TSST-1 de S. aureus (tampones intravaginales) (MIR 02-
10.2. Etiología.
Las bacteriemias en España representan entre el 8% y el 11% de todas las infecciones nosocomiales y del 3% al 6% de las comunitarias. Los gérmenes más frecuentemente aislados son: E. coli, S. aureus, S. pneumoniae y S. epidermidis. Clásicamente, los productores de bacteriemia y sepsis han sido los gramnegativos. No obstante, la importancia de los grampositivos va en aumento, por el frecuente uso de catéteres intravasculares (pensar sobre todo en S. epidermidis). En cuanto al origen de las bacteriemias, los focos más frecuentes son tracto urinario, vías respiratorias, abdomen, heridas quirúrgicas y catéteres intravasculares.
10.3. Clínica y diagnóstico.
Es inespecífica: fiebre, escalofríos, taquicardia, taquipnea, alteraciones del nivel de conciencia e hipotensión. En ocasiones, la clínica puede ser más larvada. A veces, hay lesiones cutáneas que permiten sospechar la etiología: púrpura o petequias por N. meningitidis, ectima gangrenoso por Pseudomonas aeruginosa o eritrodermia generalizada por S. aureus o S. pyogenes.
Ante un enfermo que presenta fiebre elevada, hay que sospechar bacteriemia y se extraerán hemocultivos (dos o tres muestras de sangre, con un intervalo entre ellas de 15 a 20 minutos), cultivando en medio aerobio y anaerobio. No obstante, pueden existir bacteriemias no recogidas por el hemocultivo (falsos negativos).
Así ocurre, por ejemplo, si se ha administrado tratamiento antibiótico previo, si el germen precisa un medio de cultivo específico (tuberculosis) o si es no cultivable (sífilis). También puede crecer un germen que no sea el causante de la bacteriemia (falsos positivos), como sucede con los contaminantes. Por ejemplo, dado que S. epidermidis habita en la piel, para considerarlo como verdadero causante de la bacteriemia debe crecer en todos los hemocultivos extraídos. Si sólo crece en uno, se considerará que es un contaminante.
10.4. Tratamiento.
Tratamiento antimicrobiano empírico. Suele emplearse una cefalosporina de 3ª generación (cefotaxima, ceftacidima) más un aminoglucósido (gentamicina, tobramicina) o un carbapenem (imipenem). Si se sospecha que el origen puede ser un dispositivo intravascular, utilizaremos vancomicina. Si se sospecha una etiología abdominal, metronidazol.
Tratamiento de soporte: fluidoterapia adecuada e incluso drogas vasoactivas (dopamina, dobutamina o noradrenalina)
Bloquear a los agentes mediadores de la respuesta inflamatoria y las toxinas microbianas (en experimentación).
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Categoría: Glosario Médico.
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