DESNUTRICIÓN PROTEICA Y ENERGÉTICA


. Un consumo insuficiente de proteínas y energía causa una progresiva pérdida de masa corporal magra y del tejido adiposo. Cuando sobreviene un estado de hipermetabolismo, catabolismo, anorexia, infección u otra enfermedad, se desarrolla un déficit manifiesto clínicamente. Dos síndromes de desnutrición proteico-energética son: ( 1) marasmo (deficiencia calórica), manifestado por detención del crecimiento (niños), pérdida del tejido adiposo, descenso generalizado de la masa corporal magra sin edema, y (2) kwashiorkor (déficit proteico), que se presenta con hipoalbuminemia, edemas generalizados, dermatosis descamativa, hepatomegalia e hígado graso así como relativa preservación del tejido adiposo. Estos síndromes raramente se presentan en formas puras, generalmente se superponen.
Las manifestaciones clínicas se hacen a menudo evidentes a la exploración física. Se constata una historia de ingestión inadecuada de energía y proteínas. A la apatía, cansancio, tobillos hinchados y piel seca y agrietada se asocia la amiotrofia de los músculos temporales, exageración de los espacios intercostales y depigmentación de la piel y del cabello. Aparecen alteraciones reversibles en la estructura cardiaca, la función y la conducción. En los casos avanzados sobrevienen úlceras de decúbito, hipotermia e infecciones terminales. El perímetro del brazo y perímetro muscular del brazo, y la relación creatinina urinaria de 24 horas/estatura están disminuidos. La albúmina sérica, la transferrina y el hematócrito son bajos. La función inmune está alterada, y la función de los linfocitos T está disminuida, como se pone de manifiesto por la anergia cutánea y la linfopenia (recuento absoluto de linfocitos < 1200 cels/,uL). Entre las alteraciones hormonales se encuentran niveles bajos de insulina circulante, aumento de la hormona del crecimiento y del glucagón. disminución de las somatomedinas y aumento de los glucocorticoides. La triyodotironina (T,) y la tiroxina (T4) están disminuidas, y la T3 inversa está aumentada. La disfunción gonadal puede ser primaria o secundaria. Las cifras de mortalidad varían entre el 15-40 %, siendo la instauración del aporte nutricional una urgencia médica. Signos ominosos son el estupor, ictericia, petequias, hiponatremia y la hipovitaminosis A. La muerte puede deberse a desequilibrio hidroelectrolítico, infección, hipotermia o fallo circulatorio.

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Categoría: Nutrición y Dietética.




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