Dr. Francisco Ascorra Villanueva: “No existe país que no sea vulnerable a una catástrofe”


El psiquiatra acaba de dirigir las últimas jornadas psiquiátricas del Hospital Naval Almirante Nef de Viña del Mar que se centraron justamente en este importante tema que como país debemos enfrentar de manera preparada.
“No existe país que no sea vulnerable a una catástrofe”
El doctor Francisco Ascorra Villanueva, es un destacado médico psiquiatra de la Región de Valparaíso que lleva muchos años trabajando en el Hospital Naval Almirante Nef, lugar que el mismo cataloga como “su centro de operaciones”.

Formado en la Universidad de Chile como psiquiatra, estudió medicina en la Pontificia Universidad Católica de Chile donde tuvo sus primeras aproximaciones a la especialidad. “En tercer y cuarto año de la carrera comencé a tener ramos de de psiquiatría que me encandilaron”, recordó el profesional.

“Desde el comienzo uno nota cuáles son sus inclinaciones. Las mías iban más por el lado humanista. No voy a decir que estaba a contrapelo en medicina, pero psiquiatría tenía un carácter, sobre todo en esa época, primera mitad de los 80’, en pleno período de la fenomenología, donde también estaba recién surgiendo el estudio con moléculas nuevas con buenos resultados, cosa que a mí me llamó mucho la atención”.

Este año, el profesional estuvo a cargo de dirigir y organizar las Jornadas de Psiquiatría del Hospital Naval que tuvo como eje central el tema de las catástrofes. “Centramos la actividad de acuerdo a la experiencia previa que todos experimentamos. La idea era acercar esta materia a especialistas y estudiantes de psiquiatría, así como a médicos de urgencia, generales, psicólogos y enfermera”, dijo.

Durante las últimas semanas, los medios de comunicación han abordado, desde diferentes perspectivas, el drama que están sufriendo 33 mineros en la Región de Atacama. Si bien una catástrofe corresponde a acontecimientos imprevisibles, que producen graves consecuencias, así como una importante desorganización social, corresponde a un “fenómeno global, tanto de la naturaleza como del ser humano. Por ejemplo, una guerra o un terremoto, lo que no significa que no sea un drama lo que está pasando con los mineros, pero no es un fenómeno que involucre globalmente a una comunidad, sino que a un grupo de familias, a una comunidad extremadamente circunscrita”, comentó el profesional.

Para hablar sobre este y otros temas, el doctor Francisco Ascorra nos recibió en su consulta privada.

– Doctor Ascorra, la semana pasada realizaron en el Hospital Naval las Jornadas de Psiquiatría. ¿Cómo nace la inquietud de centrar los contenidos de este año en el tema catástrofe y psiquiatría?
– La idea surgió de manera espontánea. Yo lo propuse y fue aceptado inmediatamente por mis colegas. El terremoto estaba prácticamente encima y habíamos tenido en la sanidad naval una catástrofe significativa: toda una comunidad había sido barrida, hubo dos muertos en la población naval de Talcahuano y un nivel de destrucción bastante grande. Así que surgió de un chispazo.

– Nos podría explicar, en términos generales y desde la mirada psiquiátrica, qué es una catástrofe.
– Cuando se trata el tema de catástrofe, la psiquiatría es sólo un aspecto de ella. En la etapa aguda, es decir en el primer momento luego de acontecido un hecho que produce una alteración del orden de las cosas, se necesita ayuda básica: agua, luz, seguridad. El tema de la psiquiatría queda bastante relegado.

– Entonces, ¿cuál sería el aporte que entrega la psiquiatría en esta área?
– Podríamos hablar de dos grandes aportes. El primero, estaría enfocado al punto de vista de la comprensión de lo que significa una catástrofe. Esto mirado desde una psiquiatría más humanista. Una catástrofe siempre ha significado, en la historia de la humanidad, fenómenos globales o de comunidades enteras producto de guerras o desastres naturales. Podría tratarse también de una peste, como la ocurrida durante la Edad Media que significó la movilización social, médica y política que tuvo repercusiones en los sistemas de vida de la gente. También, podríamos tener una voz, en un sentido más antropológico. Hay toda una línea de pensamiento que apunta a que hay toda una serie de modelos de pensamiento y esquemas simbólicos que, desde la antigüedad, han ido buscándole un sentido a la vida. Desde los egipcios, pasando por griegos, romanos y la misma cristiandad, el hombre siempre ha buscado una explicación, en esas etapas fue de tipo mística y simbólica entre él y el mundo que lo rodeaba. Sin embargo, desde Descartes en adelante -y con toda la corriente racionalista- se produce una pérdida del sentido de la vida. El hombre entró en una etapa individualismo, sin tener muy claro cuál era su relación con el medio y con el resto de los seres humanos.

– Y cómo se inserta, en un clima como este, una catástrofe
– En este contexto, una catástrofe nos deja en una situación totalmente nueva. No es de extrañar que en este terremoto pasado hubiéramos tenido la percepción de una falta de apoyo global de los sistemas sociales y un profundo sentimiento de soledad, sobre todo en la gente más joven. A nosotros, “los viejos”, todavía nos quedan los resabios de un esquema de pensamiento filosófico, de un sentido social y de comunidad. Los jóvenes son más individualista y se sostienen en el mundo a través de medios que son absolutamente artificiosos. Creen que su comunicación es valedera a través de internet o los celulares y tienen toda una seguridad o control en fenómenos externos, pero no en sí mismos. Y con esta catástrofe, se cortó el celular e internet y se dio una especie de colapso que provocó en muchos de ellos una sensación de vacío y soledad, sin sentido aparente alguno, cosa que no se manifestó en la población adulta, que tomó la situación como un hecho desde el cual se podían sacar importantes reflexiones para seguir adelante con la vida. El mundo y la relación con los hombres ha estado siempre llena de sentido. El hombre moderno, si bien comprende el mundo, ha perdido los símbolos y, por consiguiente, el sentido. Antiguamente, un hombre veía salir el sol y pensaba que el dios helio arrastraba su carro dorado, hoy para nosotros es no sólo un tema cotidiano, sino que es una estrella que sale en un ángulo y en un giro determinado. El simbolismo se ha perdido.

– En situaciones como las que Usted plantea, suelen darse respuestas cognitivas, emocionales, sociales e incluso físicas entre los afectados. ¿Cómo las clasifica la psiquiatría?
– Las jornadas las organizamos a partir de una línea de conducción que, precisamente, permitió, desde un punto de vista clínico, separar las tres etapas evolutivas que se producen frente a un desastre: reacciones inmediatas, es decir, estrés agudo; las secuelas postraumáticas agudas que aparecen cuando ha cesado el acontecimiento catastrófico, como reacción a una amenaza fijada en el recuerdo vivido; y el estrés postraumático crónico.

– Si bien es cierto, hay personas que frente a un mismo hecho traumático sufren este estrés postraumático, hay otras que no llegan a hacerlo. ¿Cuáles son las causas de este hecho?
– Básicamente, este tema tiene que ver con la resiliencia, un concepto que envuelve una especie de flexibilidad adaptativa frente a la adversidad. Es compleja y probablemente tiene aspectos genéticos, caracterológicos y tendría relación también con experiencias de seguridad y de confianza en la comunidad. Si nosotros tenemos una comunidad organizada, que me da confianza y que, en el fondo, sé que me va a auxiliar frente a una situación de menoscabo o dolor, evidentemente eso me va a generar un nivel de resiliencia mayor para soportar el dolor y sufrimiento sin producir patologías psiquiátricas.

– ¿Qué tan importante es tomar medidas de contención para los profesionales de la salud que trabajan en estas situaciones?
– En situaciones de catástrofe es necesario apoyar a los equipos de salud de manera permanente. Tiene que haber una constante renovación de los equipos que están auxiliando. Hay que entregarles seguridad y protección. Tienen que tener periodos de descanso y entretención, para evitar estrés, frustración, desmotivación y depresión. De ahí la importancia de cuidar a los equipos de trabajo, que no son solamente médicos, sino que multidisciplinarios. La catástrofe no es un tema netamente médicos, es muchísimo más amplio y que involucra a la comunidad general.

– No puedo dejar de preguntarle por el tema de la semana: los mineros. ¿Cómo psiquiatra, cuál es el análisis que Usted hace de todo lo que este hecho ha provocado no sólo en el entorno minero, sino que en la sociedad en general?
Durante las jornadas el doctor Rodrigo Figueroa, expuso justamente el tema de los mineros. Él ha asesorado en terreno a las autoridades para manejar en forma aguda esta situación con los médicos, asistentes sociales y familiares, para apoyar -incluso- farmacológicamente, si fuera necesario. En un comienzo las necesidades de las familias no tenían nada que ver con el tema médicos, básicamente lo que necesitaban era seguridad, información y que se pusieran en marcha todos los medios posibles para encontrar a su gente. De tal manera que la labor psiquiátrica-clínica en ese momento era mínima. Ahora, que ya han sido encontrados y contactados, se inicia otro proceso, donde sí va a ser necesario el apoyo de profesionales, cosa que entiendo se está haciendo de buena manera.

– Por último doctor, ¿qué tan necesario es realizar este tipo de actualizaciones en catástrofe para los profesionales de la salud?
– Es muy importante, porque en el país que vivimos debemos tener jornadas interdisciplinarias. El estrés agudo y postraumático son temas complejos que requieren, de acuerdo a cada persona, distintos tratamientos, los que van desde terapias cognitivas conductuales hasta terapia farmacológica. Son temas que necesitan de una actualización constante. Además que nos está preparando para algo que siempre puede ocurrir en un país como el nuestro. No existe país que no sea vulnerable a una tragedia. Por muchos mecanismos de control externo que generen los seres humanos, siempre existe algo que queda fuera.

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Categoría: Actualidad Médica.




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