Soy madre soltera con una hija de 10 años, ya hace un par de meses mantengo una relación con alguien
La situación por la que estás atravesando es con frecuencia compleja para muchas familias. No entregas muchos antecedentes acerca de tu situación, sería útil saber por ejemplo si han vivido con el papá de tu hija, si es la primera pareja que le presentas a la niña, o si has tenido otras y el rechazo por parte de la niña ha sido el mismo, o si está adoptando actualmente una actitud distinta; cómo has abordado el tema con ella, si tu pareja actual tiene hijos, etc. Estos serían datos útiles para considerar.
Con frecuencia resulta beneficioso para los hijos que su padre o su madre encuentren una nueva pareja; aunque es un proceso difícil de aceptar. Es importante respetar los tiempos particulares de cada niño. No la presiones a querer o aceptar inmediatamente a tu pareja como a ti te gustaría. Para que estas nuevas relaciones tengan un buen inicio y desarrollo, es fundamental ser muy paciente, comprensivo y mantener la comunicación lo más cercana posible con ella, aun cuando en un comienzo no quiera estar con tu pareja. Que ahora estés con alguien debe despertar en ella una serie de temores y fantasías, que debe elaborar, para lo que necesita tiempo, comprensión, apoyo y orientación. Es importante que adoptes una actitud comprensiva. Al comienzo muchos niños rechazan a esta nueva figura que les puede resultar amenazante, pueden percibirla como rival, por temor a perder el amor de su padre o madre, o la relación de exclusividad que tenían antes de su aparición, o bien puede pensar que viene a sustituir el rol de su padre, si es una figura presente y cercana en su vida; en este caso surgen muchas veces sentimientos de deslealtad y culpa. Es decir sienten muchas cosas ambivalentes y contradictorias, que los confunde, genera a veces mucho sufrimiento y reacciones descontroladas o agresivas. En este sentido, es fundamental que no tomes en cuenta sus provocaciones, si esa es la forma que utiliza para expresar su rabia; ni tampoco la presiones para que compartan y acepte rápidamente esta nueva relación. Es importante mantener la calma, ser paciente y no presionar ni acelerar un proceso que debe darse en forma paulatina y gradual.
Los roles de cada uno se deben respetar. No es posible que le presentes a tu pareja como un padre sustituto y que en forma abrupta comience a adoptar responsabilidades tales como tomar decisiones acerca de su educación, sobre todo con niños mayores.
Intenta potenciar la relación de la niña con su padre, si es que existe, para que ella no piense que tu pareja amenaza esta relación, que para ella es insustituible. Si él es un padre presente y cercano, las decisiones acerca de tu hija deberán seguir siendo tomadas por ambos, si este ha sido el caso. Es muy importante que conserves una relación cooperativa y respetuosa con el padre de la niña, y que tu pareja también adopte la misma actitud. La aceptación que tenga la niña de tu nueva relación, se verá afectada por la actitud que su padre adopte, por eso es siempre fundamental mantener relaciones de respeto mutuo.
Tu hija es grande ya, y puede elegir el tipo de relación que desea o logra mantener con tu pareja; no le impongas decirle de cierto modo, o que lo debe querer o pasarlo bien con él desde un comienzo. Dile que entiendes que para ella esto es difícil, y que no esperas que lo quiera, sino que lo que buscas es que ambos se respeten y puedan convivir en armonía. Tampoco él debe apresurarse ni presionar la cercanía. Tu pareja también necesita un tiempo para construir una relación de confianza con ella.
Si tu pareja actual tiene hijos, las cosas pueden complicarse, porque suele aparecer además la rivalidad entre ellos. Por esto, no hay que obligarlos a quererse o que sean “hermanables”. Al igual que con tu pareja, hay que respetar que vayan construyendo una relación progresivamente y respetar sus sentimientos y opiniones.
Es necesario que mantengas espacios de intimidad con tu hija, las dos solas. Poco a poco pueden ir realizando actividades conjuntas, pero los momentos en que las dos estén solas deben mantenerse. Acepta y tolera que no quiera hablar, respeta sus tiempos, silencios, deja que manifieste sus miedos, celos o rabia. Si la presionas, probablemente generarás más distancia y resistencia de su parte. Es fundamental que puedas mantener una buena relación y comunicación. Solo con este espacio ella tendrá la confianza para abrirse cuando pueda o quiera hacerlo y la seguridad de que puede expresar sus sentimientos. Con calma, trata de entender qué es lo que siente, que motiva este rechazo; así podrás ayudarla a identificar sus emociones y a comprender lo que le ocurre. Es importante que ella aprenda a expresar sus sentimientos, pero sin herir a los otros. También debe conocer y respetar los límites en sus reacciones.
Es importante que seas clara con ella respecto a tus planes; es decir, si deciden vivir juntos y formar una nueva familia, es fundamental que hables claramente con ella, anticiparle tus planes, no se lo escondas por evitar o posponer su sufrimiento. Necesita formarse una idea con tiempo acerca de cómo será su rol en la nueva situación familiar e ir adaptándose gradualmente a esto. El mantener una comunicación honesta y clara y escuchar y aceptar sus opiniones, no significa que debes perder tu autoridad. Tu hija debe tener claro que tú y tu pareja son los que tomarán las decisiones, no ella; para que no se generen situaciones de manipulación.
Inevitablemente esta situación le puede causar dolor, temor o rabia; por eso es importante que los adultos que rodean a la niña le ayuden y acompañen en este proceso, para que si resulta conflictivo, sea solo una situación transitoria y después logre aceptarla y adaptarse con éxito
Mi sobrino de 12 años recién cumplidos y mi cuñada de 36 viven conmigo desde hace 4 años. La relación entre ellos los últimos seis meses se ha vuelto de peleas todos los días y mi cuñada manifiesta estar aburrida de él, lo que me preocupa…
Tu sobrino es preadolescente. La prepubertad no es fácil como etapa del desarrollo, ni para él, ni para los padres. Es un periodo de grandes cambios tanto a nivel biológico como de personalidad y comportamiento. Y tanto sus padres, como ellos mismos, deben adaptarse a estos cambios. Es un periodo crítico del desarrollo, de transición desde la edad escolar hacia la juvenil, pero no hay nada claramente definido. Es la etapa que popularmente se conoce como la “edad del pavo”. A esta edad son en algunos aspectos niños todavía, dependientes, pero en otros aspectos quieren tener las libertades y actividades de “grandes”, aunque no lo son. Cuidan recelosos sus espacios de intimidad, tienden a alejarse de sus padres, pasan a tener mayor influencia en ellos las amistades, pero necesitan y demandan aun mucho apoyo y aceptación por parte de los padres. Es un periodo de gran confusión, labilidad, oscilan en sus estados anímicos e intereses; ya no se entretienen ni motivan por las actividades de niños, pero tampoco se han definido nuevas, por eso es un periodo en que se aburren, a momentos se activan y tienen muchas energía disponible, mientras que en otros se fatigan fácilmente, andan “languidos”, más quejumbrosos, solo quieren estar “echados”, son más difíciles en el trato ya que resulta bastante difícil predecir su comportamiento y reacciones. Están especialmente sensibles, irritables, buscan más libertad, pero tampoco están preparados para asumir tantas responsabilidades; su voluntad y personalidad en formación, frecuentemente choca con la voluntad y normas de los padres, algunos se ponen más rebeldes y opositores para afirmar su identidad en formación, y los padres en busca de una solución a veces se ponen más autoritarios, y críticos, por así los choques son cada vez más frecuentes y forman un círculo vicioso, que puede mantenerse y durar más allá de lo esperado, dejando consecuencias importantes en el niño y en la relación familiar.
Todos estos comportamientos y sentimientos contradictorios hacen que sea una etapa difícil; pero que esta etapa crítica sea transitoria y bien llevada, depende en gran medida de la actitud que adopte la familia, especialmente los padres. Para ser, como padres, más tolerantes, comprensivos y pacientes con ellos, lo primero es estar al tanto y comprender el momento de desarrollo por el que atraviesan sus hijos, deben aceptar estos cambios como parte del proceso natural de crecimiento. Esto no quiere decir, sin embargo, que dejen de educarles y establecer normas, pero debe cambiar la forma en que se impone la autoridad. Las normas y la disciplina son ahora más necesarias que nunca, eso sí, con un espíritu de alcanzar el diálogo y la comunicación con ellos, estableciendo una política de pactos y sin olvidar que nuestro hijo ya no es un niño. Hay que acompañarlos y facilitar a adaptación a estos cambios, lo que implica también darles más libertad y responsabilidad, en la medida en que demuestren que son capaces de asumirla. El joven agradecerá que le den una mayor autonomía en algunos ámbitos de su vida. Esto hace que mejore la relación, se sienten validados y aceptados y les enseña también a ser más responsable.
Como padres y adultos que rodeamos al niño, hay que cuidarse de no enganchar y ponerse a pelear en su mismo nivel. Los jóvenes responden mejor, en la medida que se sientan respetados en su individualidad. Y generalmente más crítica y conflicto por parte de los padres, genera más rabia, resistencia, rebeldía y finalmente lejanía por parte del niño.
Aconseja a tu cuñada que intente no enganchar, si está muy enojada e irritable, que se mantenga en silencio y es preferible explicarle esto al niño y dejar la conversación para otro momento, cuando ambos estén más tranquilos; no intenten darle un sermón para explicarle “lo importante de la vida” pues en general no traen buenos resultados, los jóvenes se aburren, sienten que la experiencia de los padres no tiene relevancia, no escuchan y los padres terminan frustrados porque todos sus esfuerzos fueron en vano. No tomen su actitud de desmotivación y apatía como algo personal contra ustedes, es una edad difícil, y probablemente el tampoco entienda qué le ocurre. Deben evitar las discusiones pues muchas veces esto trae como consecuencia el deterioro de la relación. Ellos, aun cuando exijan más libertad, necesitan comprensión, autoridad clara y consistente, pero no rígida; guía y orientación, pero no excesivo control ni restricción. Es un periodo de autoconocimiento y autoconfiguración de su personalidad de aquí en adelante, necesitan tener nuevas experiencias, probar actividades y roles distintos. Para mantener una buena comunicación, hay que estar dispuestos a hablar con ellos sobre sus experiencias, emociones, opiniones sobre temas como el sexo y las drogas. Lo central es escucharlo atentamente antes de emitir un juicio, después que lo escuchen pueden decir que tienen una opinión distinta a la suya, pero sin invalidarlo. Hay que evitar los sermones, juzgar, criticar, avergonzar o atacar; sobre todo en público. El está aprendiendo de los adultos cómo enfrentar los retos, y resolver los problemas que se presentan en la vida, más que por lo que dicen, por cómo actúas; si lo escuchan atentamente, sin criticar anticipadamente, juzgar o enfurecer y perder el control; él aprenderá la importancia del respeto, la comprensión y la paciencia hacia los demás. Si hay que poner normas o hacer alguna crítica, hay que cuidar que esta sea constructiva y aprovechable, es decir en un momento oportuno, y con tranquilidad, no en medio de una pelea. Es importante que la relación no solo se base en corregirlo, retarlo o castigarlo, sino que también se de el tiempo tu cuñada para pasar tiempo juntos, sin presiones o exigencias. Por ejemplo, que al menos una vez a la semana salgan solos a alguna parte y cuidar y respetar este tiempo.
La tarea no es fácil, requiere de mucha paciencia, comprensión y sobre todo amor.
Les deseo mucha suerte a ti y tu familia, y recuerda que lo más importante para cuidarlo y protegerlo en este momento es mantener una buena relación con él, que la madre sea una figura de confianza a la cual pueda acudir frente a eventuales dificultades o riesgos, si la relación se daña, no es fácil después retomarla.
Hacer una autocrítica es importante, pero no a modo de reproche y culpabilidad, sino con el objetivo de cambiar la forma de comunicación que han establecido y buscar soluciones. Para nadie es fácil ser mamá de adolescentes!
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Categoría: Consejos para Mamá.
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