Valoración del paciente con escoliosis
La escoliosis se define como la desviación de la columna vertebral en el plano frontal. La escoliosis verdadera o estructurada debe distinguirse de la actitud escoliótica, no estructurada o funcional:
• En la escoliosis estructurada la columna rota sobre su eje a la vez que se incurva. Esta rotación se detecta clínicamente con el test de Adams (cuando el paciente flexiona su columna, existe asimetría de la posición de la parrilla costal y/o los flancos lumbares) y radiológicamente valorando cambio de posición de los pedículos vertebrales. Las apófisis espinosas rotan hacia la concavidad de la curva. La deformidad aumenta a medida que el esqueleto crece; por ello, la deformidad final es mucho mayor en pacientes en los que la escoliosis comienza a una edad temprana o en los que queda mucho tiempo para completar la maduración esquelética.
• En la actitud escoliótica no existe rotación vertebral. Suele ser postural, antiálgica o expresión de patología fuera de la columna (como diferencia de longitud de miembros inferiores). La escoliosis generalmente desaparece en decúbito supino.
La escoliosis raramente ocasiona dolor; si existe dolor asociado se deben sospechar ciertas etiologías como infección o tumores (osteoblastoma). Sin embargo, supone una alteración importante de la imagen corporal que es mal aceptada por el paciente, especialmente en la adolescencia. Además del problema estético, que influye en la vida social del paciente, cuando la escoliosis es grave y se inicia a edades tempranas, se asocia a alteraciones del desarrollo de la caja torácica que pueden ocasionar, en la edad adulta, insuficiencia respiratoria con sobrecarga de las cámaras cardíacas derechas y progresar a insuficiencia cardíaca derecha y cor pulmonale.
En la exploración del paciente con escoliosis debe prestarse atención a la magnitud de la deformidad. Al realizar el test de Adams puede medirse el ángulo de rotación del tronco (ART). Además, debe valorarse el equilibrio del tronco con el test de la plomada (suspendiendo un peso desde la apófisis espinosa de C7 y midiendo cuanto se aleja del pliegue interglúteo). Es necesario realizar una valoración neurológica, cardiorrespiratoria y del desarrollo puberal de acuerdo con la escala de Tanner (para valorar el tiempo que queda para la madurez esquelética y por lo tanto el riesgo de progresión). La existencia de alteraciones cutáneas (zonas de pigmentación, neurofibromas, etc) puede orientar hacia la etiología de la deformidad (tabla 17).
Debe obtenerse una teleradiografía posteroanterior de columna en bipedestación en todo paciente con ART de más de 5 grados. La radiografía lateral sólo se obtiene en presencia de dolor, mala alineación clínica en el plano lateral o para la valoración preoperatoria. Se debe obtener una resonancia magnética en pacientes con dolor, curvas atípicas o déficit neurológico. En la radiografía posteroanterior deben valorarse fundamentalmente tres parámetros:
• Magnitud de la curva. Se valora con el ángulo de Cobb (figura 31), formado por las perpendiculares de las líneas que pasan por el platillo superior de la vértebra más alta y el platillo inferior de la vértebra más baja de la curva. Cuando el ángulo de Cobb es menor de 10º se considera dentro de la normalidad. También se mide el grado de rotación pedicular.
• Localización de la curva. Las curvas se clasifican atendiendo a la situación de la vértebra apical, la más alejada del eje vertical del tronco. Existen cuatro patrones principales: torácica (entre T2 y T1 1), toracolumbar (T12-L1), lumbar (L2-L4) y doble curva mayor torácica y lumbar. Habitualmente las curvas torácicas son convexas hacia la derecha y las toracolumbares y lumbares hacia la izquierda. Las curvas torácicas izquierdas deben hacer sospechar patología subyacente.
• Test de Risser. Valoración de la madurez esquelética en función del desarrollo del núcleo de crecimiento de la cresta iliaca: 0 (ausente), 1 (25% de su tamaño final), 2 (50%), 3 (75%), 4 (100%) y 5 (cierre de la fisis y fusión con la cresta iliaca). Cuando se alcanzan los grados 4 y 5 se considera que el crecimiento esquelético está terminando, y por lo tanto que la escoliosis tiene poco riesgo de progresión.
Cuando se quiere valorar la flexibilidad de la curva se obtiene una radiografía en decúbito supino, con el paciente inclinándose hacia el lado de la convexidad (test de inclinación lateral) y se valora cómo cambia el ángulo de Cobb. La escoliosis no estructurada se corrige por completo o incluso se invierte con el test de inclinación.
La escoliosis puede tratarse mediante observación, corsés o cirugía. El tratamiento con corsé tiene como objetivo detener la progresión de la deformidad, pero no consigue reducir la magnitud de curva de partida. Las curvas más altas se tratan con corsé de Milwaukee y las más bajas con corsés tipo Boston. El tratamiento con corsés carece de sentido una vez finalizado el crecimiento de la columna.
El tratamiento quirúrgico sí permite reducir la magnitud de la curva. Puede realizarse una instrumentación sin artrodesis o una artrodesis posterior, anterior o circunferencial. La instrumentación sin artrodesis está indicada cuando es necesario operar a niños muy pequeños en los que una artrodesis ocasionaría un tronco muy corto. Cuando el niño ya tiene una talla aceptable, se realizan artrodesis. La mayor parte de los casos se tratan mediante artrodesis posterior, pero es necesario añadir una artrodesis anterior (artrodesis circunferencial) en curvas muy rígidas (para liberar la columna anterior) o en niños en crecimiento (de lo contrario la deformidad torácica sigue progresando por crecimiento asimétrico vertebral, el llamado fenómeno del cigüeñal). La artrodesis anterior aislada es de elección en las curvas toracolumbares.
Califica este Artículo
Categoría: Glosario Médico.
Deja una respuesta