Cáncer testicular: El tumor más común en hombres jóvenes


De acuerdo con las estadísticas del Ministerio de Salud (año 2001), en Chile el 81% de los egresos hospitalarios por cáncer de testículo fue de personas entre 20 y 44 años.

Como la mayoría de los cánceres, las causas de esta enfermedad son aún desconocidas y, por lo tanto, la razón por la que afecta principalmente a hombres jóvenes sigue siendo un misterio. Sin embargo, según el Dr. Raúl Lyng, urólogo de Clínica Alemana, se especula que esta patología se debe a una alteración disgenética en los testículos, la cual se puede hacer evidente recién en la adolescencia.

Además, hay diversos estudios que se refieren a una serie de factores que aumentan el riesgo de desarrollar la enfermedad, como los antecedentes de testículo(s) no descendido(s), el desarrollo testicular anormal, el síndrome de Klinefelter (un trastorno de los cromosomas sexuales que puede caracterizarse por bajos niveles de hormonas masculinas, esterilidad, aumento de las mamas y testículos pequeños), antecedentes familiares o cáncer testicular previo. Otros factores que se encuentran bajo investigación son la exposición a ciertos químicos y la infección con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH).

«No se ha demostrado que el cáncer de testículo tenga relación con traumatismos previos, con el tipo de ropa que se usa o con la práctica de algún deporte específico. Sin embargo, muchas veces se hace esta relación porque, luego de un golpe en esta zona, la persona se palpa y en ese momento descubre que tiene un nódulo», explica el Dr. Lyng.

El cáncer testicular consiste en un crecimiento anómalo, rápido e invasivo de células cancerosas en los testículos. En ocasiones se pueden presentar síntomas como dolor de espalda, molestia abdominal, agrandamiento de las mamas (ginecomastia) o dolor testicular.

De acuerdo con el urólogo los mayores índices de esta enfermedad están en los países nórdicos y en parte de Estados Unidos, donde hay alrededor de 8 enfermos por 100 mil hombres. Estas tasas son similares a las de Chile, donde existen cerca de 7 casos por 100 mil hombres. Según cifras del Ministerio de Salud durante 2001 hubo 1.071 egresos hospitalarios por esta razón.

Menos muertes
Gracias a los avances en el diagnóstico y tratamiento la mortalidad por esta causa ha mostrado una tendencia opuesta. «Hace 35 años atrás la mortalidad era más de un 50%, después de los 80, los avances en la detección precoz y en las terapias han hecho posible la recuperación en más de un 98% de los casos», sostiene el Dr. Lyng.
Como en la mayoría de los cánceres, la detección precoz es la principal arma contra esta enfermedad. «Como el testículo es una glándula externa es fácilmente palpable, por lo tanto, los jóvenes desde los 14 años deberían autoexaminarse por lo menos una vez al mes, y ante cualquier nódulo que encuentren consultar», afirma el Dr. Lyng.

Los tratamientos dependen del tipo de cáncer testicular. Existen básicamente dos grandes grupos: los seminomas, que son entre el 30 y 40% de todos los tumores testiculares, y los no seminomas, que se clasifican principalmente en carcinoma embrionario, tumor de saco vitelino, teratomas y coriocarcinoma.

Además del examen físico y la historia médica completa, los principales procedimientos que utiliza el especialista para el diagnóstico de esta enfermedad son la ecografía, escáner, exámenes de sangre (marcadores tumorales) y la biopsia. Una vez que se diagnostica el cáncer testicular, se hacen mas pruebas para determinar si se ha diseminado a otras partes del cuerpo, lo que permite clasificar la enfermedad en las siguientes etapas: Etapa I (el cáncer no se ha diseminado mas allá del testículo), Etapa II (se ha diseminado a los ganglios linfáticos en el abdomen) y Etapa III (se extiende más allá de los ganglios linfáticos, pudiendo haber alcanzado el hígado o los pulmones).

De acuerdo con el Dr. Lyng, en todos los casos de tumor testicular la cirugía es el principal tratamiento: «Lo más importante es sacar el tumor lo antes posible, lo que se realiza a través de una orquiectomía radical del lado afectado. Esta operación no inhabita en absoluto a la persona en el ámbito sexual, hormonal ni reproductivo», afirma el especialista.

Dependiendo del resultado de los exámenes que se realizan luego de la operación, se evalúa la necesidad de iniciar un segundo tratamiento. En ocasiones sólo basta con mantener al paciente en observación. En otros casos se requiere radioterapia (situación habitual en seminomas) o quimioterapia. A veces es necesario realizar una cirugía de los ganglios linfáticos retroperitoneales, lo que hace el tratamiento mucho más complejo, pero igualmente curable.

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Categoría: Preguntas y Respuestas.




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