Golpes de calor: Una amenaza tan discreta como peligrosa


Se trata de una enfermedad severa caracterizada por un aumento de la temperatura corporal por sobre los 40°C, y que genera serios trastornos físicos como desmayos, delirios, convulsiones e incluso el estado de coma.
El 1 de agosto de 2001, era un día como cualquier otro. Al igual que las semanas anteriores, las condiciones climáticas indicaban una jornada con un sol radiante y altas temperaturas. Un clima ideal para bañarse en la piscina o refrescarse con una bebida helada a la sombra de un árbol.

En vez de eso, Korey Stringer, miembro del equipo de fútbol americano Vikings de Minnesota, prefirió realizar una práctica intensiva. El campeonato estaba muy apretado y la hinchada exigía resultados. El jugador, de 27 años, 151 kilos de peso y 1,90 metros de altura; sintió el efecto del calor y la humedad. Luego de vomitar tres veces sobre el pasto de la cancha, Stringer pidió ser llevado a una sala con aire acondicionado. Fue lo último que dijo.

Los paramédicos del equipo lo encontraron en el suelo en estado de inconciencia y lo trasladaron al Centro Médico Immanuel Saint Joseph’s -Mayo, donde se constató que su temperatura corporal era de 42,6 °C. Rápidamente se le internó en la Unidad de Cuidados Intensivos, pero poco se podía hacer. Sus riñones comenzaron a fallar y las 10 de la noche los doctores tuvieron que conectarlo a respiración mecánica. A las 2:50 de la madrugada del día siguiente, experimentó una insuficiencia multiorgánica que no pudo controlarse. Sin recuperar la conciencia Korey Stringer murió. El parte médico atribuyó su deceso a un golpe de calor o heat stroke, una alteración grave en la regulación térmica del cuerpo.

En 1980, Estados Unidos experimentó una de las peores olas de calor en su historia. El evento meteorológico cobró la vida de 1.700 personas por incidentes relacionados con las altas temperaturas. Veinte años después, Australia fue escenario de un fenómeno similar. Las cifras indicaron 14 muertos. Y siguiendo el patrón, en mayo de 2002, 737 personas murieron en India a causa de una persistente ola de altas temperaturas. La mayoría fue víctima de golpes de calor.

Lo cierto es que cada año, se verifican noticias sobre los efectos de poderosas olas de calor alrededor del mundo, exponiendo a millones de personas a una amenaza tan discreta como peligrosa.

Aunque la condición climática de Chile no favorece la manifestación de este cuadro clínico, pues las temperaturas altas se presentan con una humedad ambiental relativamente baja, no hay razón alguna para desconocer las características de esta alteración, sus riesgos para la salud, el tratamiento recomendado y los consejos para prevenirla. Después de todo, en lo que a salud se refiere, nunca se puede decir nunca.

Según el doctor Arturo Ayala, médico del Servicio de Urgencia de Clínica Alemana, el golpe de calor «constituye una enfermedad severa, que se caracteriza por un aumento de la temperatura corporal por sobre los 40°C, y que genera serios trastornos físicos como desmayos, delirios, convulsiones e incluso el estado de coma. Todo esto como consecuencia de una exposición prolongada a altas temperaturas o la práctica de ejercicios intensos en ambientes extremadamente calurosos», puntualiza.
Como explica el doctor, «en forma natural, el cuerpo se enfría con la transpiración, pero en condiciones de temperaturas muy altas este mecanismo de defensa no resulta suficiente para disipar el calor y el sistema de termorregulación del cuerpo se ve seriamente alterado. Entonces se produce el heat stroke».

Este cuadro puede terminar afectando las funciones de distintos órganos internos, por lo que si no es tratado a tiempo y en forma adecuada, puede incluso amenazar la vida de la persona. Según estadísticas del Servicio Nacional del Tiempo de Estados Unidos, (National Weather Service), la mortalidad del golpe de calor oscila entre el 20% y 25% de los casos, lo que se traduce en que cada año mueren en ese país 175 personas.

En general, se estima que los golpes de calor se presentan de dos formas. La primera se denomina golpe de calor clásico, y a juicio del doctor Ayala «se presenta cuando la persona se expone por tiempos prolongados a altas temperaturas, con escasa movilidad del aire e intensa exposición al sol». Se caracteriza por ser una ganancia pasiva de calor. En los países que presentan olas de altas temperaturas, los golpes de calor adquieren ribetes de epidemia, pues afectan a un número creciente y elevado de personas.

La segunda manera en que se produce esta enfermedad es «a raíz de actividades físicas intensas en ambientes muy calurosos. Además hay condiciones que pueden entorpecer la disipación del calor, como una vestimenta inapropiada, el consumo de fármacos o una aclimatación insuficiente», comenta el médico. Es lo que se llama golpe de calor post-ejercicio. Su ocurrencia es mayor en las personas jóvenes que practican actividades deportivas en forma habitual.

Cómo se produce el golpe de calor y qué hacer
El doctor Ayala explica que «previo al golpe de calor, el sujeto experimenta lo que se denomina heat stress o stress de calor, que es la condición previa para que se produzca el golpe. La persona tiene una percepción de agobio debido a las temperaturas altas».
Si el individuo sigue expuesto al calor, lo más probable es que termine sufriendo un heat stroke. En ese escenario, la temperatura corporal alcanza los 40°C y el organismo comienza sentir los rigores de la alteración. «Se produce un serio trastorno del sistema nervioso central. Este cuadro, puede iniciarse súbitamente o estar precedido por dolor de cabeza, vértigo, fatiga, confusión y pérdida de conciencia, pudiendo llegar incluso a un estado de coma. La piel adquiere un tono enrojecido y se vuelve caliente y seca. El pulso y la frecuencia respiratoria se aceleran» relata el médico de Clínica Alemana.

Lo complejo de esta alteración es que sus efectos son de carácter multiorgánico. «El golpe de calor, cualquiera sea su origen, involucra a varios órganos importantes del cuerpo, como el corazón, el cerebro, el hígado, los riñones y el sistema muscular. Al pasar un determinado umbral, las células finalmente se destruyen, provocando una serie de eventos clínicos bastante graves: falla hepática, insuficiencia respiratoria, insuficiencia cardiaca, alteraciones renales y rabdomiolisis o destrucción muscular» señala el especialista. Todo sucede dentro de las primeras 24 horas después de que la persona registra una temperatura rectal que alcanza los 40°C. Entonces, el riesgo de muerte más que una amenaza es una realidad.

Una vez que se constata la enfermedad, existen varias medidas que se pueden adoptar rápidamente. En lo inmediato, es necesario medir la temperatura de la persona, pues será un factor importante que ayudará a los médicos a realizar un diagnóstico acertado. Luego, la preocupación central es intentar bajar la temperatura corporal. Para ello resulta útil trasladar a la persona a un ambiente frío y sacarle la ropa para aumentar la disipación del calor. También se pueden iniciar procedimientos de enfriamiento externo, mediante compresas heladas, agua fría o hielo, que se colocan en las axilas, en el cuello y en la zona genital. Ventilar el ambiente es otra forma de colaborar con la pérdida de calor y si la persona se encuentra inconsciente es necesario preocuparse de que la vía aérea esté despejada.

Finalmente, el doctor Ayala es enfático en señalar que aún cuando algunos síntomas desaparezcan, siempre se debe trasladar al enfermo a un servicio de urgencia, «donde además de verificar que las medidas de enfriamiento funcionen correctamente, vigilando la evolución de la temperatura, se controlarán las complicaciones que afectan a los órganos internos, que en definitiva son las que pueden producir la muerte».

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Categoría: Consejos para Mamá.




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