Diálisis: Mitos de un eterno «suplicio»


Mediante la ingeniería de los tejidos, los científicos ambicionan cada día más crear órganos artificiales que puedan cumplir la misma función de aquellos que ya no están en condiciones de hacerlo. Sin embargo, mientras se espera la realización de esta quimera, la tecnología ha sido capaz de suplir funciones vitales, como la que realiza el riñón.

Para esto, se utiliza un sistema artificial llamado diálisis, que reemplaza gran parte de las tareas que cumplen los riñones, en especial la que se encarga de eliminar las toxinas que tiene la sangre a través de la orina, que de existir insuficiencia renal se acumularían en el organismo, lo que podría llevar a un estado de intoxicación que se conoce como «uremia».

«Este método, que va purificando la sangre del paciente, habitualmente dura entre tres a cuatro horas y debe realizarse con una frecuencia de tres veces a la semana, independiente de la edad, el sexo y la afección de la persona, ya que es estándar para todo tipo de enfermedades», señala el doctor Enrique Reynolds, jefe de la Unidad de Diálisis Crónica de Clínica Alemana.

En Chile, cerca de 9 mil pacientes se someten a diálisis, y pese a que ya son varias décadas de funcionamiento y que la población en general ha escuchado más de una vez hablar de ella, todavía es una palabra que evoca una sensación negativa, hasta catastrófica. «Esta realidad es falsa, aunque las dudas al respecto pueden ser justificadas por el tipo de gente al que se le debe aplicar y porque también, en general se trata de adultos mayores que suelen tener varias patologías agregadas», afirma el especialista.

Diferentes enfermedades que afectan a los riñones en su funcionamiento, como la hipertensión arterial, infecciones y trastornos de la circulación sanguínea, entre otras, llevan a la necesidad de efectuar una diálisis. En el país, una de las más comunes es la diabetes, que si no es bien cuidada puede afectar al riñón hasta convertirlo en un órgano disfuncional.

También existen otras patologías propias del riñón que pueden llevar a que el paciente se vea sometido finalmente a una diálisis, como las glomerulonefritis crónicas, que provocan una inflamación de las estructuras internas del órgano, y la enfermedad poliquística, que es un trastorno hereditario que produce el agrandamiento de los riñones e interfiere su función debido a múltiples quistes que se forman en ellos.
Hay dos tipos de diálisis. La hemodiálisis, en la cual la sangre del paciente se filtra a través de una máquina sofisticada, y la diálisis peritoneal que se realiza a través del abdomen. Allí se instala un catéter que conecta el exterior con la membrana peritoneal, aquella que cubre toda la cavidad abdominal, y se introduce un líquido especial que hará la función de «limpieza». «Sin duda que la peritoneal es más cómoda, ya que se puede hacer en la intimidad del hogar, sin embargo, se tiene que realizar todos los días a diferencia de la hemodiálisis que se lleva a cabo sólo tres días a la semana», afirma el doctor Reynolds.

Por último, existe la variante de la diálisis peritoneal automatizada, en donde el paciente a través de una máquina efectúa los cambios de líquidos por la noche, en su casa, mientras duerme, evitando tener que hacerlo manualmente y el control lo realizará mensualmente con su médico.

Trasplante, otra alternativa
La opción del trasplante es una de las alternativas a la diálisis, ya que tiene una efectividad cercana al 95%. Sin embargo, según el doctor Enrique Reynolds sólo un 20% del total de los pacientes en diálisis es candidato a un trasplante de riñón. «Este bajo porcentaje se debe a que dependerá de las patologías asociadas y de la gravedad, como por ejemplo, la insuficiencia cardiaca».

Además de estas condiciones, también existen algunos criterios para seleccionarlos. «Uno de estos puede ser la edad, que es relativo. Generalmente el límite para trasplantar es 60 años, después tiene otro tipo de evolución y complicaciones», señala el doctor Reynolds.

A juicio del especialista, el panorama de la diálisis en Chile ha cambiado radicalmente. Antes existían diversas restricciones económicas y legales para acceder a este tratamiento, sin embargo, hoy nadie se queda sin ella. «También ha habido un mejoramiento en la calidad de la diálisis, gracias a la optimización de los insumos que se utilizan en los procedimientos y de las máquinas, que actualmente son mucho más seguras».

El éxito de una buena diálisis dependerá directamente de la responsabilidad del paciente. Si éste es cuidadoso y respetuoso con las indicaciones, ya sean medicamentos o dietas, podría tener una diálisis sin problemas y confortable. En este sentido, se le recomienda evitar los alimentos que contengan fósforo, potasio, sal y un especial cuidado con la cantidad de agua que toma.

Someterse a una diálisis no tendría que ser traumático o convertirse en un suplicio. El espacio en donde se realiza este proceso es de real importancia. Por este motivo, Clínica Alemana ha trabajado en proveer a sus pacientes de un ambiente cálido, para que las personas se sientan como «en casa».

Así lo confirma Lilian Pohl, jefa de enfermería de la Unidad de Diálisis Crónica, quien ha sido testigo de cómo el trato personal influye directamente en los 40 pacientes que actualmente se atienden. «Le hemos dado un toque especial a la atención de nuestros enfermos a través de la acogida y el contacto directo con ellos. Existe una preocupación más personal, nos interesa su familia, su entorno, y a ellos también los ayuda estar en contacto con gente que está en su misma condición».

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Categoría: Preguntas y Respuestas.




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