Alcohol y salud mental


Efectos sobre el Sistema Nervioso Central
El alcohol es quizás la droga con mayor número de mecanismos de acción sobre el sistema nervioso central y la que más diversos y graves trastornos mentales produce, cuando no los agrava en aquellos que abusan y dependen de él de forma secundaria a una enfermedad mental previa.

Entre las enfermedades mentales que el alcohol provoca destacan:

?Delirium tremens.
?Demencia.
?Trastorno amnésico.
?Trastorno psicótico.
?Trastorno afectivo.
?Trastorno por ansiedad.

Delirium Tremens
Es una encefalitis aguda producida por la respuesta del «cerebro» a la supresión brusca del etanol a la que el paciente alcohólico es dependiente, aparece durante la semana siguiente a la reducción o supresión de la ingesta de alcohol. Este trastorno es una urgencia médica que puede llevar a la muerte, pues un delirium tremens no tratado tiene una mortalidad del 20%. Por lo general son pacientes de más de 30 años, pues suele ser habitual una historia previa de muchos años de consumo de alcohol. Se produce una marcada alteración de la conciencia, con reducción de la capacidad de mantener la atención, junto a diversas alteraciones cognoscitivas (memoria, orientación temporo-espacial, lenguaje) y en ocasiones perceptivas (sobre todo visuales, pero también táctiles o auditivas). También es frecuente la existencia de enfermedad médica asociada.

Demencia
La demencia se puede producir tanto por los efectos neurotóxicos del alcohol como por los frecuentes problemas de malnutrición, traumatismos craneoencefálicos y afectación de otros órganos como el hígado, páncreas y riñones.

Se caracteriza por un deterioro de la capacidad para aprender nueva información o recordar la aprendida, junto a otras alteraciones cognoscitivas como alteraciones del lenguaje, del reconocimiento o identificación de objetos y de la capacidad de llevar a cabo actividades motoras. Todos estos trastornos llevan a un deterioro significativo de la actividad laboral o social

Trastorno amnésico persistente
También conocido como síndrome de Korsakoff, se caracteriza por una alteración en la memoria a corto plazo causada por el consumo prolongado de grandes cantidades de alcohol. Esta motivado por un déficit de tiamina. Es con frecuencia consecuencia de un episodio agudo de encefalopatía de Wernicke, trastorno que se caracteriza por confusión, anomalías del movimiento de los ojos y otros signos neurológicos que precisan de un tratamiento con dosis altas de vitaminas del grupo B para evitar una evolución a síndrome de Korsakoff.

Trastorno psicótico inducido por el alcohol
Se caracteriza por alucinaciones, por lo general auditivas, que suelen tener un contenido amenazante. Su duración suele ser corta pero hay, con frecuencia, convicción delirante que hace al sujeto perder el sentido de la realidad. Las pruebas de que los síntomas están relacionados con el alcohol se basan en que no estaban presentes antes del consumo o la abstinencia, persisten un tiempo corto (no más de un mes) y no tienen una marcada gravedad.

Trastorno afectivo inducido por el consumo de alcohol
Este trastorno puede cursar con síntomas depresivos, maniacos (entendiendo como tales una alegría desbordante que hace al sujeto tener un comportamiento inapropiado) o cuadros mixtos.

Para poder diagnosticar un cuadro de depresión habrá que valorar que el sujeto tiene un estado de ánimo depresivo la mayor parte del día, con disminución acusada del interés para casi todas las actividades, trastornos del sueño y de la psicomotricidad, fatiga, sentimientos de inutilidad, baja capacidad para pensar, concentrarse o decidir, e ideas de muerte.

El riesgo de padecer depresión es 3 veces mayor en los varones que abusan de alcohol que en los que no abusan.

En las mujeres este riesgo es 4 veces mayor.

Por otra parte, un 34% de la totalidad de pacientes deprimidos abusan del alcohol. Esta comorbilidad entre depresión y los diagnósticos de abuso o dependencia de alcohol distorsiona el cuadro diagnóstico, interfiere con el cumplimiento del tratamiento y aumenta el riesgo de conducta suicida o violenta.

En el lado opuesto el cuadro maníaco se diagnosticará en base a una autoestima grandiosa, con poca necesidad de dormir, verborrea, pensamiento acelerado, distraibilidad y aumento de la actividad, incluyendo algunas actividades peligrosas.

En los cuadros mixtos se producen una mezcla de síntomas de ambos trastornos.

Trastornos de ansiedad inducidos por alcohol
Entre ellos se encuentran los trastornos por ansiedad generalizada, los trastornos por angustia, los obsesivo-compulsivos y los fóbicos. En estos trastornos la ansiedad, descrita como la anticipación aprensiva de un daño o desgracia futuros, acompañada de un sentimiento de disforia o de síntomas somáticos de tensión, es lo que predomina.

En el caso de que el trastorno sea con ansiedad generalizada el paciente presentará una preocupación excesiva sobre una amplia gama de acontecimientos o actividades, le será difícil controlar su estado de constante preocupación y presentará al menos tres de los siguientes síntomas: inquietud, fatigabilidad, dificultad de concentración, irritabilidad, tensión muscular y alteraciones del sueño.

Estos trastornos le provocarán malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de su vida. Si el trastorno se presenta con crisis de angustia el paciente presentará de forma temporal y aislada una marcada sensación de miedo o malestar y algunos de los siguientes síntomas físicos: palpitaciones o taquicardia, sudoración, temblores, sensación de ahogo, atragantamiento, opresión torácica, nauseas, mareo, desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (estar como separado de uno mismo), miedo a perder el control, a morir, hormigueos y escalofríos o sofocaciones.

Si el trastorno por ansiedad se presenta con síntomas obsesivo-compulsivos, el cuadro se caracteriza por la presencia de obsesiones y compulsiones, entendiendo como obsesiones la presencia de pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes que son intrusas e inapropiadas, y causan ansiedad o malestar significativo, que no se reducen a simples preocupaciones excesivas sobre problemas de la vida real, sino que son producidas por su propia mente a pesar de su esfuerzo por ignorarlas o neutralizarlas. Se entiende por compulsiones los actos mentales o los comportamientos de carácter repetitivo que intentan prevenir o reducir el malestar de las obsesiones.

Cuando el trastorno cursa con síntomas fóbicos, estos pueden ser por fobia específica o por fobia social. En este segundo caso, más frecuente, el paciente presentará un temor acusado y persistente por una o más situaciones o actuaciones en público que le lleva de forma casi invariable a una respuesta inmediata de ansiedad, que el individuo reconoce que es excesiva o irracional e interfiere acusadamente con la rutina normal del individuo.

Violencia y suicidio
Tal y como se dijo al final de la descripción de los cuadros depresivos, y con una marcada relación con la salud mental, existe un binomio que es el de alcoholismo y violencia. El alcohol tiene una influencia directa sobre el sistema nervioso central y afecta seriamente a las funciones cognitivas superiores del cortex prefrontal, lo cual altera la capacidad de autocontrol. Se ha observado en una serie de estudios una relación dosis-respuesta entre la gravedad de las lesiones producidas por la violencia y el consumo de alcohol. También se establecen relación entre la ira descontrolada y los trastornos depresivos mayores.

La violencia puede presentarse de diversas formas. Una de ellas es la heteroagresividad y por supuesto la conducta suicida. Se estima que el riesgo de suicidio en los alcohólicos es entre 60 y 120 veces superior al de la población general y se ha establecido una jerarquía de riesgo para el suicidio que es, por orden de importancia: tener más de 44 años; dependencia del alcohol; ser irritable, colérico o violento; una conducta suicida previa; ser varón; reacio a aceptar ayuda; mayor duración de lo usual de la sintomatología depresiva y otras causas que tienen menor relevancia.

Además el alcohol agrava cualquier trastorno mental previo que la persona pueda padecer y hace que tanto el trastorno, como el abuso de alcohol, tengan una peor evolución que si se diera solamente uno de los trastornos.

Trastornos de la personalidad
Otros trastornos de gran importancia en salud mental y con marcada prevalencia entre los pacientes con problemas relacionados con el consumo de alcohol son los trastornos de la personalidad.

La personalidad se concibe actualmente como un patrón complejo de características psicológicas profundamente arraigadas que son en su mayor parte inconscientes y difíciles de cambiar y se expresan automáticamente en casi todas las áreas de funcionamiento del individuo. Estos rasgos intrínsecos y generales surgen de una complicada matriz de determinantes biológicos y de aprendizaje y en última instancia comprenden el patrón idiosincrásico de percibir, sentir, afrontar y comportarse de un individuo. Sólo cuando los rasgos de personalidad son inflexibles y desadaptativos y causan un deterioro funcional significativo o bien malestar subjetivo, constituyen un trastorno de la personalidad.

La relación entre el consumo de alcohol y la personalidad se ha basado, de forma tradicional, en la búsqueda de una personalidad adictiva. En la actualidad la investigación psicopatológica ha abandonado esa línea de investigación para centrarse en la relación entre los diagnósticos de personalidad específicos y el consumo de sustancias en general.

Los datos encontrados muestran claramente la existencia de una relación entre algunos trastornos de la personalidad y el alcohol, siendo los más asociados el trastorno antisocial de la personalidad y el trastorno límite de la personalidad. Con respecto al primero de ellos destaca su incapacidad de aprender de la experiencia y su dificultad de control sobre los impulsos. La asociación de este trastorno de la personalidad y del alcoholismo tiene pero pronóstico que uno sólo de estos diagnósticos.

En lo que respecta al trastorno límite de la personalidad, cuando se da junto al alcoholismo aumenta el riesgo de conductas autodestructivas y los trastornos del humor.

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Categoría: Psicología y Psiquiatría.




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