Dependencia emocional: ¡No puedo estar solo(a)!


Si bien la sociedad valora la vida en pareja como patrón de maduración y éxito, lo importante es conjugar positivamente la necesidad personal con la expectativa cultural.

Estar en pareja es, sin duda, un estado muy gratificante para una persona. Sin embargo, no poder vivir sin ello es otra cosa, condición que muchos experimentan a lo largo de su vida, pasando de relación en relación debido a la incapacidad que tienen para enfrentar la soledad.

Si bien las mujeres estarían más expuestas a desarrollar dependencia emocional, porque naturalmente están más orientadas a los afectos, a los hombres también les pasa. Esto ocurre principalmente desde la adolescencia en adelante.

No poder estar solo y buscar permanentemente pareja da cuenta de una escasa capacidad de tomar contacto con la propia vida interna. En estos casos, ingresar al ámbito personal es fuente de angustia, la que se intenta evitar a través de un otro que apoye y contenga, alguien que ponga orden al convulsionado mundo personal. Las causas pueden ser predisposición biológica y dificultades en los vínculos de apego y crianza, condiciones que estructuran una personalidad alterada y vulnerable.

Así lo explica la psicóloga de Clínica Alemana, Solange Anuch. «Son más vulnerables a esta condición de desesperada necesidad las personas ansiosas, inseguras, necesitadas de estimación, carentes de vínculos de apego y dependientes en la primera infancia, etapa en que no aprendieron a regular ni a regularse en sus relaciones. También son más proclives a esto quienes han sido extremadamente sobreprotegidas en la niñez, ya que buscan imágenes protectoras que les otorguen seguridad», enfatiza.

La especialista agrega que buscar pareja casi compulsivamente porque se siente una enorme angustia en soledad, es un estado que puede expresar diferentes condiciones.

Una de ellas es el trastorno de personalidad limítrofe, en el que se busca un otro con el que se funde la propia identidad, se pierden los límites, la persona no sabe muy bien donde acaba uno y comienza otro. En este estado, las demandas, el control, la manipulación y la necesidad del otro se tornan una locura. Es un tipo de personalidad que en su estructura es esencialmente enferma.

Otro caso es el de quienes tienen personalidad dependiente e infantil, donde la búsqueda del otro responde a necesidades de apoyo y dependencia, de amor idealizado e incondicional, como el que existe de padres a hijos y que posiblemente no fue resuelta durante el desarrollo. Aquí, la pareja es vista como el apoyo, seguridad y confianza externa de la que no se dispone internamente. Por ello constantemente se buscará a alguien que brinde esto, por lo que la ausencia de pareja se vive como derrumbe emocional que causa angustia y limita.

También ocurre en casos de trastornos de ansiedad de tipo fóbico social, en el que las personas aprenden a vencer sus miedos sociales a través de la pareja, lo que al mismo tiempo los valida y los normaliza en su grupo.

¿Cómo darse cuenta?
Para diagnosticar este problema, Solange Anuch aconseja estar atento a relaciones tortuosas que, incluso, dañan la integridad física o psicológica de uno de los miembros, pero que se mantienen por miedo e incapacidad de estar solo.

«Son personas que pueden desarrollar reacciones de extrema angustia ante la sola idea de que su relación termine. Entran en un circuito vertiginoso de términos e inicios de nuevas relaciones, y no emprenden ningún proyecto individual o autónomo por miedo a ser abandonados. Tienen la sensación subjetiva de inquietud, irritabilidad, disminución de ánimo, trastornos del sueño o del apetito, e hipersensibilidad en periodos de soltería, la que se alivia al obtener una nueva pareja», sostiene.

Para la sicóloga, la cultura occidental podría incidir en este fenómeno al establecer tareas que deben estar definidas en la etapa de la adultez joven, como lo son la inserción laboral, consolidación de la pareja y formación de la familia. Sin embargo, no es lo mismo que estimular la búsqueda impulsiva de pareja para solucionar las angustias de sus miembros.

«Existen culturas donde la vida en pareja desde cierta edad en adelante se valora fuertemente como patrón de maduración, éxito y prestigio social. Este clima favorece la presión sobre los individuos que buscan la pertenencia y validación cumpliendo con los patrones pre-establecidos. Si bien esto ocurre con diferentes matices, resulta tremendamente valioso apreciar que los individuos sanos suelen conjugar positivamente sus necesidades personales con las expectativas culturales», enfatiza

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Categoría: Psicología y Psiquiatría.




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