Tratamiento quirúrgico del reflujo
Existen varias operaciones con éxito comprobado para el tratamiento del RGE de importancia. Hay poca diferencia entre ellas en lo que se refiere a la efectiviÂdad general. Los principios de los procedimientos quiÂrúrgicos para el RGE incluyen los siguientes:
Prolongación del esófago intraabdominal.
Acentuación del ángulo de His.
Aumento de la barrera de presión en la unión esofagogástrica.
Aproximación de los pilares diafragmáticos.
La técnica que prefieren los autores en el Hospital Infantil de Barcelona pretende restaurar las relaciones anatómicas y las caracterÃsticas fisiológicas normales del mecanismo esofágico inferior. Se moviliza una lonÂgitud adecuada del esófago para la localización intraÂabdominal; la aproximación del pilar posterior al esóÂfago restituye el tamaño normal del hiato y se crea un ángulo de His normal mediante una sutura entre el fonÂdo a nivel de la arteria gástrica corta más alta y el borde derecho del hiato esofágico. Las suturas entre el fondo y la pared derecha del esófago mantienen una funduÂplicación anterior. Por último, el margen superior del fondo se une con suturas al diafragma adyacente a la izquierda del hiato. Este último paso desdobla y abre el fondo como una sombrilla (fig. 28-2A-E). Con este procedimiento, la presión intragástrica se transmite al esófago intraabdominal. Además, el despliegue del fonÂdo amortigua el efecto de la elevación de la presión intragástrica (fig. 28-3). Casi siempre se obtuvieron reÂsultados excelentes con este procedimiento después de un seguimiento de seis meses a 20 años en 215 pacienÂtes. En 88.4% de los casos los resultados son buenos. Sólo se registró el caso de tres (1.4%) fallas de la envolÂtura, 10 (4.7%) pacientes con recurrencia de los sÃntoÂmas y RGE y 12 (5.6%) sujetos asintomáticos con recuÂrrencia radiológica. Estos resultados deben valorarse en relación con el hecho de que sólo cuatro niños teÂnÃan daño neurológico.
La funduplicación de Nissen se utiliza mucho más a menudo que cualquier otro procedimiento. La parte inferior del esófago se moviliza de tal forma que se asegure una longitud intraabdominal adecuada. Si se pasa el fondo de izquierda a derecha por detrás del esófago, se realiza una envoltura de 360°. Por lo geneÂral, esto requiere al menos una división de los vasos gástricos cortos. Los márgenes derecho e izquierdo de la envoltura se suturan juntos en la parte anterior; esÂtas suturas incluyen la pared esofágica anterior. El margen superior de la envoltura se fija al hiato con unas cuantas suturas adicionales. La envoltura debe ser relativamente corta (según sea la edad del niño) y laxa (floja). La envoltura transmite la presión intragásÂtrica al esófago inferior, eleva la presión del EEI y actúa como una válvula efectiva de una sola vÃa. Con freÂcuencia se agrega una gastrostomÃa como ventilación en caso que el niño presente distensión o para alimenÂtarlo. Esta medida se añade casi siempre en niños con daño neurológico. Pocas veces hay complicaciones posÂoperatorias. La obstrucción del intestino delgado se refiere en 4 a 9% durante los primeros dos años depués de la operación. La mayorÃa de los casos se debió a adherencias intraabdominales. Un problema más importante es la falla de la envoltura, que ocurre en 4 a 12% en las series más grandes. Por lo reguÂlar, estas fallas se deben a la rotura de la envoltura o herniación de la misma hacia arriba a través del hiato. Una segunda operación después del fracaso de la priÂmera envoltura tuvo éxito a largo plazo en 75 a 80% de los casos y los datos publicados refieren buenos resulÂtados a largo plazo en casi el 90%.
En el procedimiento de Thal se libera el esófago inÂferior y los pilares se aproximan a la parte posterior del esófago, como en las técnicas previas. Luego se consÂtruye una envoltura parcial anterior de 180° con el fonÂdo y se une al esófago intraabdominal. Al igual que el procedimiento de los autores, la técnica es más senciÂlla que la funduplicación de Nissen y el tiempo quirúrÂgico es menor. La incidencia de obstrucción intestinal posoperatoria es baja (< 1%), tal vez por la incisión transversal en la parte superior del abdomen con expoÂsición mÃnima del intestino. En una serie de 1 150 pacientes, sólo se produjo rotura de la funduplicación y RGE recurrente en 2% y recurrencia de la hernia hiaÂtal en otro 2%. Una ventaja distintiva de una envoltura menor es la incidencia tan baja del sÃndrome de disÂtensión por gas, por lo que rara vez se practica la gasÂtrostomÃa. Estos niños son capaces de eructar e incluso de vomitar, cuando sea necesario. Los resultados bueÂnos generales rebasan el 90%. En ambas series, el núÂmero de niños con daño neurológico era bajo, mientras que en la mayorÃa de las otras series la incidencia del daño neurológico era a menudo de 50% o mayor.
Otro método de envoltura parcial es el procedimienÂto de Toupet, también desarrollado para minimizar el problema de distensión. En esta operación se coloca una envoltura parcial de 270° posterior al esófago. Los pasos preliminares de la técnica son idénticos a las dos operaciones anteriores. El procedimiento de Toupet puede realizarse a través de una incisión abdominal transversal para evitar la exposición intestinal. Después de aproximar los pilares para recuperar el tamaño norÂmal del hiato, el fondo gástrico se pasa por detrás del esófago. La cara posterior de la envoltura se sutura al pilar derecho. Los márgenes de la envoltura a ambos lados se suturan a los bordes derecho e izquierdo del esófago, con lo que se deja libre la pared esofágica anÂterior. La experiencia con esta operación en 112 paÂcientes reveló que 30% mostraba daño neurológico .La evolución posoperatoria temprana casi siempre era benigna, pero dos desarrollaron obstrucción intestinal. En la evaluación de seguimiento tardÃo, el resultado fue excelente en 90%. Se necesitaron seis segundas operaciones por recurrencia del RGE. La disfagia fue un problema temporal en seis y no se presentó distensión por gas.
Cada vez se publican más informes de abordajes laÂparoscópicos para la funduplicación. En 1991 se deÂmostró la posibilidad de realizar una funduplicación de Nissen en 12 adultos por abordaje laparoscópico. Aparecieron informes adicionales en rápida sucesión que confirmaban la conveniencia y seguridad de esta técnica en adultos.) Para mostrar hasta qué punto se inclinó el péndulo en algunos aspectos frente al traÂtamiento médico, un informe reciente propuso la fun-duplicación laparoscópica como una alternativa razoÂnable del omeprazo1. Los informes de operaciones endoscópicas antirreflujo en niños aparecieron poco después y documentaron la posibilidad y los resultaÂdos satisfactorios a corto plazo.La experiencia de un grupo no sólo detalló la curva de aprendizaje, sino que también describió un rápido descenso del porcenÂtaje de casos que necesitaban conversión a un procediÂmiento abierto, de 30% después de los primeros 20 casos a un Ãndice acumulativo de 7.5% después de 160 casos. También se observó una disminución similar del Ãndice de complicaciones, del 12% inicial a un ÃnÂdice acumulativo final de 7.4%.
Se publicó un estudio comparativo de 212 niños que se sometieron a operaciones laparoscópicas o abiertas contra el reflujo durante cinco años. En casi todos los casos se practicó la funduplicación de Nissen. El tiempo quirúrgico fue mayor con el método laparoscóÂpico, por un promedio de 30 minutos. El periodo de hospitalización fue de 3.5 dÃas en promedio con lapaÂroscopia, contra 8.1 dÃas en promedio para el método abierto. No se observaron diferencias estadÃsticas en las complicaciones tempranas entre ambos grupos, peÂro las complicaciones tardÃas fueron mucho más freÂcuentes en el grupo de técnica abierta (38.9 contra 7.4%). Dos tercios de los niños (143 de 212) presentaban daño neurológico grave y la proporción de estos niños fue similar en ambos grupos. Como se encontró en casi todos los demás estudios de funduplicación, las comÂplicaciones fueron más frecuentes en pacientes con daño neurológico que en los sujetos con caracterÃsticas neurológicas normales. Las complicaciones tempranas después de la técnica laparoscópica de Nissen fueron de 41% en los individuos con daño neurológico, contra 17% en personas normales. Sobrevinieron compliÂcaciones tardÃas en 13% de los pacientes con daño neurológico y ninguna en los niños sin alteraciones neuÂrológicas. Los autores concluyeron que la técnica lapaÂroscópica es mejor que el método abierto para realizar procedimientos de Nissen contra el reflujo.
Los resultados de la experiencia combinada con las operaciones antirreflujo de siete grandes departamenÂtos de cirugÃa pediátrica son alentadores. Se incluyó un total de 7 467 niños. Se registró una mejorÃa clÃnica significativa en 94% de los niños sin alteraciones neuÂrológicas y en 84.6% del grupo con daño neurológico. Se observaron complicaciones posoperatorias mayores en un promedio de 4.2% de los pacientes normales y en 12.8% de los niños con daño neurológico. El Ãndice de muerte posoperatoria (en el primer mes siguiente a la operación) fue de 0.07% en los pacientes normales y 0.8% en aquéllos con daño neurológico. Se requirió un segundo procedimiento en 3.6% de los niños sin trasÂtornos neurológicos y en 11.8% del grupo con estas anomalÃas. Dichos datos muestran las diferencias sigÂnificativas entre los sujetos normales y los que sufren daño neurológico; empero, más importante aún es que subrayan el resultado general satisfactorio en ambos grupos. Los problemas únicos de los niños con daño neurológico y RGE o los problemas de la alimentación, o ambos, se describen en una sección ulterior más amplia sobre RGE y daño neurológico. En el estudio mencionado sólo hubo variaciones menores en los reÂsultados generales o en los Ãndices de complicación y segunda operación, sin importar el tipo de procedimienÂto practicado.
La principal interrogante no es cuál procedimiento realizar, sino cuándo. Hasta mediados de los años 90, las indicaciones quirúrgicas eran bastante fáciles de definir. Los resultados del tratamiento no quirúrgico para las complicaciones graves o potencialmente peliÂgrosas del reflujo casi nunca eran satisfactorios, por lo que el fracaso del tratamiento médico era frecuente en los niños con mayor riesgo de morbilidad, incluso de muerte. Como consecuencia del omeprazol, el trataÂmiento más adecuado para los niños con RGE grave ha evolucionado y están cambiando los conceptos actuaÂles sobre las indicaciones quirúrgicas.
Tanto el tratamiento médico como el quirúrgico tieÂnen ventajas y desventajas. El omeprazol no controla el reflujo en forma directa, sino que atenúa la acidez gástrica casi hasta desaparecerla. Esto permite la curaÂción de la esofagitis, aun grave, en muchos niños y previene el reflujo ácido al esófago, lo que tal vez preÂvenga algunas de las complicaciones respiratorias. Sin embargo, pierde su efectividad cuando se suspende el fármaco; la acidez gástrica se recupera y vuelven los problemas originales de la enfermedad. De ahà que aparentemente es necesario el tratamiento durante el resto de la vida para que sea efectivo todo el tiempo. Lo ideal es que la funduplicación sea un procedimienÂto solo, duradero y efectivo. Muchas veces esto es asà y varias series con seguimiento a largo plazo muestran resultados finales satisfactorios en más del 90% de los niños.1No obstante, tales resultados se obtienen a un precio considerable. Las complicaciones a corto y larÂgo plazos, además de los fracasos quirúrgicos, se preÂsentan en cantidades notables de niños. La experiencia con el omeprazol en los pacientes pediátricos aún es limitada y no se han obtenido las respuestas acerca de su efectividad, complicaciones y seguridad a largo plaÂzo. Los que critican este estudio combinado objetan algunos de los datos y conclusiones. Señalan una morbilidad relativamente alta de los procedimientos antirreflujo en los niños con alto riesgo, por ejemplo quienes sufren daño neurológico y los que se sometieÂron a reparaciones previas de atresia esofágica. Los reÂsultados excelentes a corto plazo con el omeprazol en estos grupos de alto riesgo hacen del medicamento una alternativa viable. Se cree que es mejor reservar la fun-duplicación para los que tienen riesgo comprobado o probable de aspiración y para los niños con caracterÃsÂticas neurológicas normales, cuyos resultados con la operación casi siempre son excelentes. Este tratamienÂto farmacológico brinda por lo menos un alivio consiÂderable y permite posponer la decisión de operar o no durante un periodo considerable.
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Categoría: PediatrÃa.
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