La organización de los servicios de atención primaria y la enfermería


La organización de los servicios de atención primaria no debe tratarse de manera inde­pendiente entre los diferentes proveedores de servicios.

Para organizar los servicios de enfermería, se hace imprescindible exponer las activida­des que desarrollan las enfermeras en los Equipos de Atención Primaria.

Es imprescindible la adecuada gestión de la consulta de enfermería y la racionalización de la demanda, de manera que se ajusten los recursos, las necesidades y la eficiencia de las in­tervenciones. Por ello debemos plantear alternativas a la gestión actual de las consultas.

Los contenidos de la consulta de enfermería deben adecuarse a las necesidades cambian­tes de la población y a la evolución de la propia profesión.

La realidad es que actualmente la vía de entrada a los servicios de atención primaria sigue rea­lizándose mayoritariamente a través de la solicitud de visita con el médico. En cierta manera, una con­secuencia de esa situación es que los servicios de enfermería llegan a un porcentaje de población limitado. Además, puede parecer que la enfermera atiende, casi exclusivamente, a un perfil determi­nado de usuarios. Hay desconocimiento e infrautilización de los servicios de enfermería.

Por ello las enfermeras deben buscar estrategias para dar a conocer los servicios de enferme­ría, que la población utilice la consulta de enfermería como el otro gran proveedor de servicios y, así, lograr un reparto más adecuado y eficiente de la demanda asistencial.

Los modelos organizativos de enfermería no deben considerarse de manera aislada a la orga­nización interprofesional del EAP. Cuando nos referimos a esta última, podríamos hablar básicamente de dos modelos organizativos: líneas de servicios y unidad básica asistencial.

En la organización por líneas de servicios, médicos y enfermeras trabajan de manera indepen­diente, ofreciendo servicios en paralelo, con escasa interacción entre ambos profesionales. En ese mo­delo organizativo ha de quedar garantizado que, si en la actividad de uno de los profesionales, se precisan los servicios del otro profesional, debe estar bien establecida la forma de dar respuesta a ese requerimiento de manera ágil y accesible para el usuario.

En la organización por unidad básica asistencial (UBA), también denominada unidad de aten­ción familiar, diversos profesionales (generalmente, un médico y un enfermero, aunque pueden haber otras fórmulas) tienen la responsabilidad de ofrecer los servicios de atención primaria a una población determinada común, trabajan en equipo de forma complementaria, tienen criterios comunes con pun­tos de vista, en ocasiones, diferentes, y son vistos por su población como un equipo de trabajo. Así pues, no entendemos como UBA una situación en la que cada profesional desarrolle las actividades propias de su papel, cada uno al margen del otro.

Con el modelo UBA se asume que la atención de los problemas de salud de los pacientes es res­ponsabilidad de ambos profesionales. La solicitud de visita para uno u otro profesional se entiende sim­plemente como un mecanismo de acceso, que está condicionado por diversos aspectos tanto organizativos como culturales. Lo que busca el paciente es una solución para su problema, independientemente de qué profesional sea quien se la ofrezca. El funcionamiento en la práctica se basa en los siguientes puntos:

        Ambos profesionales tienen mayoritariamente horarios comunes y agendas paralelas. Se trabaja físicamente en un espacio de trabajo común.   Ambos profesionales definen o acuerdan criterios en relación con los tratamientos, el seguimiento de patologías y el abordaje de problemas de salud; se sigue el protocolo de la resolu­ción de determinados motivos de consulta y se evalúan conjuntamente procesos y resultados mediante la revisión de historias clínicas y la realización de sesiones conjuntas

No obstante, entre ambos modelos existen muchas realidades intermedias. Cuando hablamos de manera concreta de modelos organizativos de enfermería en un EAP, tendríamos que hacer refe­rencia, básicamente, a cuatro tipos de organización: por programas o tareas, por cupos, por sectores y por familias.

En la organización por programas o tareas, cada enfermera asume la atención de un determi­nado programa o actividad. Así, por ejemplo, puede haber una enfermera de atención domiciliaria, una enfermera de atención al enfermo crónico, una enfermera de pediatría, una enfermera de actividades preventivas, una de técnicas y procedimientos diagnósticos, etc. Ese modelo conlleva especialización en la actividad y mayor independencia del médico, pero dificulta la comunicación entre profesionales y puede perderse la visión integral del paciente.

En la organización por cupos, cada enfermera se responsabiliza de ofrecer los servicios de en­fermería a un cupo determinado de población. Normalmente estos cupos están diferenciados en po­blación infantil y población adulta. Idealmente, el número de población asignada a cada cupo tendría que estar en función de sus características y de las necesidades de cuidados que tuvieran. Puede que

esa población comparta el mismo médico, pero no necesariamente. Algunas enfermeras atribuyen a este modelo una excesiva dependencia del médico.

En la organización por sectores, cada enfermera presta atención a los ciudadanos de una de­terminada zona geográfica. Este modelo es razonable en EAP rurales y de gran dispersión geográfica, pero carece de sentido en EAP urbanos.

En la organización por familias, la enfermera presta la atención a todos los miembros de la fa­milia. En este caso no se distingue entre enfermera de pediatría y enfermera de adultos.

Algunos autores no diferencian entre la organización por sectores y la organización por fami­lias: si se trabaja con sectores, se está trabajando con la unidad familiar. Las ventajas y los inconve­nientes de ambos son similares: visión más integral de los usuarios, mayor conocimiento de los recursos comunitarios y disminución el tiempo de desplazamiento a domicilios; pero, por otra parte, dificulta la comunicación con el médico (en el caso del modelo por sectores, si los médicos no están encargados de sectores, también; y, en el caso de las familias, porque debe coordinarse con pediatra y médico de familia).

En muchos EAP no existe un tipo de organización en su forma pura, sino que puede darse una organización mixta. Por ejemplo, un EAP trabaja con cupos de población adscrita, pero, sin embargo, determinadas actividades de enfermería se realizan de manera centralizada (electrocardiogramas, in­yectables, extracciones, domicilios, etc.). Algunos EAP utilizan lo que se denomina consulta de enfer­mería de apoyo para que en ella se asuma toda la actividad de cuidados de enfermería que se derive de las consultas médicas. Otra organización mixta sería, por ejemplo, trabajar por sectores, pero sepa­rando la atención pediátrica de la de adultos.

No existen estudios comparativos para afirmar que un modelo organizativo sea mejor que otro. La opción más deseable será aquella que mejor se adapte, básicamente, a las características de los profesionales, al entorno donde se presta la atención y a la cartera de servicios que ofrezcan médicos y enfermeras.

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Categoría: Enfermería.




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