Los conflictos y la autoestima de los niños


Los conflictos son parte normal de la convivencia social y de cualquier relación interpersonal, por lo tanto ninguna familia está libre de la presencia de ellos. Es necesario aceptar que el conflicto existe y que bien manejado puede ser positivo. Mal manejado afecta la autoestima de las personas involucradas, tanto de las que «pierden» como de las que «ganan». Si quien ganó lo hace de mala manera, podrá ganar la pelea, pero perderá el afecto del otro.

Aprender a resolver los conflictos en forma respetuosa y pacífica, va a permitir a los niños tener una conducta social no violenta de interacción, evitando daños emocionales. El niño o niña replicará este aprendizaje en otros contextos de su vida, ya sea con sus amigos y compañeros, determinando que sea aceptado o temido, o ignorado por sus compañeros.

Resolver los conflictos no significa en absoluto evitarlos. Los niños deben aprender formas apropiadas de hacer sus demandas y de defender sus derechos; de lo contrario, los abusivos van a percibir su inseguridad y se aprovecharán de su dificultad para hacer valer sus necesidades. Los niños con una autoestima negativa, en una búsqueda desesperada de aceptación, pueden dejarse pasar a llevar e incluso justificar el comportamiento transgresor de sus compañeros.

No se trata de que el niño o niña entre en un conflicto ante el primer desacuerdo con alguien, sino que pueda expresar su malestar cuando sucede una situación que le parece injusta. Los primeros conflictos entre pares que debe aprender a resolver un niño son los conflictos con sus hermanos. Es necesario que los padres sean capaces de escuchar a sus hijos y observar en estas interacciones si a alguno de ellos constantemente le cuesta defender sus derechos.

Los conflictos y la autoestima de los niños Psicología y Psiquiatría

Resolver los conflictos no significa tampoco imponer la opinión personal. Un niño que no es capaz de escuchar los argumentos de los otros, es un niño al que le costará más empatizar con las necesidades de los demás, lo que desembocará en problemas en todas sus relaciones futuras. De las numerosas ocasiones en que se deben resolver conflictos, si bien se espera alcanzar una solución equitativa para ambas partes, muchas veces se tendrá la sensación de que se «perdió» (aunque más imparcialmente, no sea necesariamente así).

A pesar de ello, es necesario que el niño sea capaz de cumplir sus acuerdos y comprender que no siempre es posible hacer las cosas de la forma que él o ella quisiera.

Los niños deben aprender a defender sus derechos de una manera no violenta, sino con una actitud clara, firme, respetuosa. Asimismo, los niños deben reconocer que los otros también tienen necesidades y derechos, y que no es posible que siempre primen sus intereses por sobre los demás. En última instancia, tienen que darse cuenta que cuando ambos cuentan con los mismos derechos y no logran ponerse de acuerdo, el azar es una solución más apropiada que la fuerza.

Algunas actividades muy útiles para que los padres puedan abordar estos temas con sus hijos, son por medio de Role Playing, que son actuaciones donde niños y padres se ponen en ambos lados de la interacción, mostrándoles los padres los modelos apropiados de resolución. Si en la familia hay episodios de violencia intrafamiliar cuando hay conflictos, no solo quedará dañada la autoestima de los niños, sino que aprenderán a resolver los conflictos a través de la violencia.

Otra instancia que puede proveernos de contenidos para conversar acerca de las relaciones sociales y la forma de resolver los conflictos, son los cuentos y las películas. Recuerde que estas actividades no tienen que realizarse en el momento del conflicto, sino cuando exista una mayor neutralidad afectiva, que le permita al niño(a) estar menos a la defensiva y poder escuchar y recepcionar mejor los mensajes que quiere transmitirle.

Puede contarle cuentos a su hijo(a), como éste:

La historia de un niño llamado Pedro que siempre quería jugar a lo que él quería y sus amigos se terminaban aburriendo de jugar con él. De esta manera, Pedro se fue quedando solo y ya no tenía amigos con los que jugar, hasta que un día su tía Teresa le regaló un juego para compartir con sus amigos y él le contó lo que le pasaba. Esta tía, que era muy comprensiva, le explicó que a los niños no les gustan los amigos mandones, que es importante turnarse y escuchar las ideas de los otros. Le propuso entonces que buscaran distintos juegos para compartir con sus amigos y dejar que ellos decidieran a qué les gustaría jugar. Al día siguiente sus compañeros estaban muy contentos por los entretenidos juegos que llevó Pedro y sobre todo, porque no tenían que hacer siempre lo que él quería. Pedro se divirtió mucho ese día, aunque jugó cosas que al principio no quería, pero que resultaron ser muy entretenidas. Pedro aprendió que es mejor no ser tan mandón y tener muchos amigos con quienes jugar.

Las diferencias de sistemas de valores son fuentes de muchos conflictos, en la medida en que los sistemas de creencias son el marco de referencia de las acciones de las personas y ellos comprometen significativamente la afectividad. Cuando un niño(a) piensa que sus valores están siendo amenazados tiende a reaccionar con agresión. Existe una tendencia natural a pensar que el propio sistema de valores es el correcto y a juzgar que los que piensan diferente están equivocados.

Los conflictos entre hermanos son normales y más frecuentes de lo que los padres quisieran. El problema no es que existan, sino cómo se resuelven. Los conflictos entre hermanos ocurren en forma frecuente y particularmente si son cercanos en edad, por lo que es necesario estar más atentos a observar si hay alguno de ellos que se está dejando pasar a llevar por su hermano o hermana para evitar los conflictos.

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Categoría: Psicología y Psiquiatría.




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