Situaciones adversas y autoestima


El sufrimiento sin duda forma parte de la vida y por más empeño que pongan los padres en evitárselo a los hijos, es una tarea del todo imposible. Además de no conseguir este objetivo, el riesgo es que ello podría dejar desprotegidos a los niños en su posibilidad de enfrentar la adversidad. Lo importante es que los niños aprendan a enfrentar las situaciones de sufrimiento y que el dolor experimentado no les deje cicatrices tales para el futuro, que les impida tener una actitud confiada.

Resultará central la compañía de los padres o algún adulto significativo en la vida del niño o niña, que le permita expresar sus emociones, dándole sentido y construyendo una especie de relato o narrativa de lo que le sucede. Se ha comprobado que la construcción de este relato ayuda a que los niños superen más rápidamente la adversidad.

Lo que preocupa a un niño o una niña, o lo hace sufrir, a veces resulta incomprensible para los padres. Enormes sufrimientos para los niños son que un amigo no lo haya invitado a su cumpleaños o que se hayan burlado de él o ella en el colegio, situaciones dolorosas que muchas veces comprometen su autoestima, en la medida en que implica un rechazo o un sentimiento de exclusión.

Bednar y Peterson (1998) plantean que el uso de estrategias de evitación frente a los problemas, es un factor que lesiona la autoestima, mientras que un estilo psicológico orientado al enfrentamiento de las situaciones difíciles, es un factor positivo para el desarrollo de la autoestima.

Situaciones adversas y autoestima Psicología y Psiquiatría

Los autores proponen tres pasos para ayudar a superar los comportamientos de evitación que suelen seguir a situaciones en que las personas han fracasado o no se atreven a realizar algo por temor al fracaso.

El estilo de evitación afecta negativamente la autoestima, ya que la autoevaluación que la persona hace de sí misma es que es incapaz y que es cobarde. Por el contrario, el estilo de enfrentamiento de las situaciones se relaciona con sentimientos positivos acerca de sí mismo, que en esencia consiste en sentirse capaz de enfrentar en forma realista las situaciones. Las personas que enfrentan de esta manera la vida son capaces de asumir los riesgos y tomar responsabilidades personales. El crecimiento supone ir comprendiendo y resolviendo las situaciones conflictivas.

Los atributos más relacionados con el enfrentamiento son la capacidad de asumir riesgos y tomar responsabilidades personales. En relación a la capacidad de asumir riesgos, los autores distinguen entre los riesgos internos, que se relacionan con el miedo a conocerse, y el riesgo interpersonal, que es el miedo a ser conocido. En cuanto a la responsabilidad personal, es la dificultad o capacidad para asumir el control de la propia vida y aceptar las consecuencias de sus actos.

Enfrentar la adversidad

Pickhardt (2004) plantea que es tarea de los padres el enseñar a los niños la responsabilidad personal de su autoestima, de manera que el niño o niña cumpla con dos reglas: «No permitas que el modo en que los otros te identifican limiten como te defines a ti mismo (…). Y no permitas que el modo en que los otros te evalúan limite cómo juzgas lo que vales» La definición y evaluación de sí mismo deben correr por cuenta del niño o niña.

Padres que se preocupan e incluso se angustian, cuando un hijo(a) lo está pasando mal, actúan a veces de manera inapropiada intentando minimizar los hechos, restándole importancia, lo que aumenta en el niño la sensación de no ser comprendido. Otras veces se intenta calmarlo con razones que por buenas que sean, el niño no está en condiciones de asimilar.

Bajo el impacto de emociones fuertes o estresantes hay grandes cambios bioquímicos que dificultan procesar información cognitiva, por lo que será conveniente esperar que se calme antes de intentar razonar. Quizá sería bueno recordar, para intentar comprender al niño o niña, lo que nos sucede a nosotros en situaciones similares. Si hay una conexión emocional, será más fácil buscar la mejor estrategia para acompañar a los hijos en esas situaciones y lograr que las enfrenten sin sufrir un menoscabo de la autoestima. Posiblemente recuerde cómo se enrabió cuando una amiga trató de bajarle el perfil a un problema suyo, a pesar de que usted tenía clara conciencia de que ella solo trataba de ayudarla. Sin embargo, la sensación es que ella no era capaz de comprender nada de lo que a usted le pasaba.

Frente a un niño(a) que está sufriendo, la primera actitud recomendable es dejarlo expresar libremente sus sentimientos sin interrumpirlos y sin atosigarlo con preguntas ni consejos que, por buenos que sean, el niño no está en condiciones de acoger. Cuando las personas, sean niños o adultos, están bajo el impacto de una emoción negativa solo necesitan un espacio acogedor para expresarlas y sentirse comprendidas.

Joaquín, quien vivió una experiencia traumática, recuperó en parte su tranquilidad después de relatar muchas veces a diferentes personas lo que había hecho: «Cuando vi las llamas me asusté, pero pude gritar y despertar a mi papá, a mi mamá y a mi hermano menor. Todos salimos corriendo afuera. Mi tío Elías, nuestro vecino, llamó a los bomberos. Esa noche fuimos a dormir donde mi abuela, que dijo que lo importante era que estábamos con vida y que las cosas materiales ya las tendríamos de nuevo. Al otro día me llegaron muchos regalos».

Es obvio que este relato que pudo hacerse el niño, le hizo ver sus recursos personales para enfrentar dificultades y las redes sociales con las que contaba y eso le dio mucha seguridad.

El solo expresar estas emociones en una atmósfera de aceptación, hace que pierdan gran parte de su potencial destructivo, ya que permiten al niño descomprimirse y recuperar el equilibrio perdido. El niño o niña que puede contar su versión del problema y de cómo lo está enfrentando, va teniendo una especie de narrativa acerca de su papel en el problema y cómo lo va solucionando. Esta narrativa se ha descrito como la mejor forma de superar el problema.

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Categoría: Psicología y Psiquiatría.




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